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2 Pedro 2:4 - Biblia Castilian 2003

Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el abismo, en cavernas tenebrosas, los entregó para ser custodiados hasta el juicio.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pues Dios ni siquiera perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, dentro de fosas tenebrosas, donde están encerrados hasta el día del juicio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En efecto, Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los encerró en cavernas tenebrosas, manteniéndolos allí hasta el día del juicio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron,° sino que arrojándolos al Tártaro los entregó a cadenas° de oscuridad, reservados hasta el juicio;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el abismo, en cavernas tenebrosas, los entregó para ser custodiados hasta el juicio.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, a ser reservados para el juicio;

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Lòt tradiksyon



2 Pedro 2:4
25 Referans Kwoze  

Que el malvado es quien se libra en el d a del desastre, quien se salva en el d a del furor.


Si a sus servidores no se conf a y en sus mismos ángeles descubre faltas,


Dio a su enojo rienda suelta, no ocultó a la muerte sus personas, destinó sus vidas a la peste.


¡Cómo has ca do del cielo, lucero brillante, estrella matutina, derribado por tierra, vencedor de naciones!


Por eso - por mi vida; oráculo del Se or Yahveh -, puesto que has contaminado mi santuario con todos tus dolos y todas tus abominaciones, también yo te voy a cortar de ra z, sin que se apiaden mis ojos de ti; no tendré compasión''.


No me apiadaré ni tendré compasión, sino que haré recaer sobre ti tu conducta, todas tus abominaciones estarán presentes ante ti; y sabréis que yo soy Yahveh'.


No me apiadaré ni tendré compasión; te trataré según tu conducta, y tus abominaciones estarán presentes ante ti; y sabréis que soy yo, Yahveh, el que hiere''.


Entonces dirá también el rey a los de la izquierda: 'Apartaos de m, malditos, al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles.


Y se pusieron a gritar: '¿Qué tienes tú que ver con nosotros, Hijo de Dios? ¿Viniste antes de tiempo para atormentarnos?'.


y a grandes gritos le dice: '¿Qué tienes tú que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios Alt simo? Por Dios te conjuro que no me atormentes'.


Él les dijo: 'Yo estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo.


Y le rogaban que no les mandara irse al abismo.


Vosotros procedéis del diablo, que es vuestro padre, y son los deseos de vuestro padre los que queréis poner en práctica. Él fue homicida desde el principio; y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando profiere la mentira, está diciendo lo que le es propio, porque es mentiroso y padre de la mentira.


Pues, si Dios no perdonó las ramas naturales, tal vez tampoco a ti te perdonará.


El que ni siquiera escatimó darnos a su propio Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó, ¿cómo no nos dará gratuitamente también todas las cosas con él?


Yahveh lo separará de todas las tribus de Israel para desgracia suya, según todas las maldiciones de la alianza escrita en este libro de la Ley.


mientras que los ángeles, superiores en fuerza y en poder, no pronuncian contra ellos en la presencia del Se or juicio alguno injurioso.


Ni tampoco perdonó al mundo antiguo. Sólo guardó a ocho personas, entre ellas a Noé, predicador de justicia, haciendo caer el diluvio sobre un mundo de imp os.


El Se or sabe librar de la prueba a los piadosos y reservar para el castigo hasta el d a del juicio a los imp os,


El que comete pecado del diablo es, porque el diablo peca desde el principio. Para esto se manifestó el Hijo de Dios: para destruir las obras del diablo.


olas furiosas del mar que arrojan la espuma de su desvergüenza, estrellas fugaces a las que está reservada para siempre la lobreguez de las tinieblas.


Y a los ángeles que no supieron conservar su alto rango, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con cadenas perpetuas, sepultados en tinieblas, para el juicio del gran d a.


El diablo que los hab a seducido fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta, y serán atormentados d a y noche por los siglos de los siglos.