El cetro del poder te lo env a el Se or desde Sión: domina en medio de tus enemigos.
2 Corintios 10:4 - Biblia Castilian 2003 Las armas de mi combate no son carnales, sino que tienen poder divino para derribar fortalezas: derribamos sofismas Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, Biblia Nueva Traducción Viviente Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos. Biblia Católica (Latinoamericana) Nuestras armas no son las humanas, pero tienen la fuerza de Dios para destruir fortalezas: todos esos argumentos La Biblia Textual 3a Edicion Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas; Biblia Serafín de Ausejo 1975 Las armas de mi combate no son carnales, sino que tienen poder divino para derribar fortalezas: derribamos sofismas Biblia Reina Valera Gómez (2023) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; |
El cetro del poder te lo env a el Se or desde Sión: domina en medio de tus enemigos.
En toda monta a alta y en toda colina elevada habrá arroyos y corrientes de agua, el d a de la gran matanza, cuando se derrumben las torres.
Hoy te conf o las naciones y los reinos para arrancar y arrasar, para destruir y derruir, para edificar y plantar.
¿No es como fuego mi palabra - oráculo de Yahveh -, y como martillo que tritura la piedra?
Moisés fue educado en todo el saber de los egipcios y era poderoso en palabras y en obras.
La noche está muy avanzada, el d a se acerca. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz.
ni ofrezcáis más vuestros miembros como armas de iniquidad al servicio del pecado, sino consagraos a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida y ofreced vuestros miembros como armas de justificación al servicio de Dios.
para que vuestra fe no se basara no en sabidur a de hombres, sino en el poder de Dios.
¿Quién es el que se alista en un ejército a sus propias expensas? ¿Quién planta una vi a y no come de sus frutos? ¿Quién pastorea un reba o y no toma su leche?
Y aunque me haya jactado algo excesivamente de la autoridad que el Se or nos dio para edificación vuestra y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré;
Por eso escribo estas cosas estando ausente, para que, cuando me presente, no tenga que usar con rigor de la autoridad que el Se or me dio para edificar, y no para destruir.
Y no es que por nosotros mismos seamos capaces de poner a nuestra cuenta cosa alguna; por el contrario, nuestra capacidad procede de Dios
Pero este tesoro lo llevamos en vasos de barro, para que se vea que este extraordinario poder es de Dios y no de nosotros.
con palabra de verdad, con poder de Dios; mediante las armas de la justicia, las de la derecha y las de la izquierda;
Pero nosotros, que somos del d a, seamos sobrios, revistidos con la coraza de la fe y con el casco de la esperanza de salvación.
Te transmito estas instrucciones, hijo m o Timoteo, teniendo en cuenta las profec as un tiempo pronunciadas sobre ti, para que, apoyado en ellas, puedas combatir el buen combate,
Por la fe cayeron las murallas de Jericó después de un cerco de siete d as.
Lanzó, pues, el pueblo el grito de guerra y sonaron las trompetas. Justamente cuando el pueblo oyó el sonido de las trompetas y lanzó el grito de guerra con gran estrépito, se desplomó la muralla sobre s misma; el pueblo escaló la ciudad, cada uno desde la posición en que se encontraba, y se apoderaron de ella.