2 Corintios 10:12 - Biblia Castilian 2003 No nos atrevemos ciertamente a equipararnos o a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a s mismos. Sin embargo, cuando a s mismos se toman entre s como medida y se comparan consigo mismos, no obran sabiamente. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. Biblia Nueva Traducción Viviente ¡Ah, no se preocupen! No nos atreveríamos a decir que somos tan maravillosos como esos hombres, que les dicen qué importantes son ellos pero solo se comparan el uno con el otro, empleándose a sí mismos como estándar de medición. ¡Qué ignorantes! Biblia Católica (Latinoamericana) ¿Cómo me atrevería a igualarme o a compararme con esa gente que proclama sus propios méritos? ¡Tontos! No tienen otro modelo ni usan otro criterio que ellos mismos. La Biblia Textual 3a Edicion Porque no nos atrevemos a clasificarnos ni compararnos con algunos que se alaban a sí mismos, porque ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son sensatos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 No nos atrevemos ciertamente a equipararnos o a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Sin embargo, cuando a sí mismos se toman entre sí como medida y se comparan consigo mismos, no obran sabiamente. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque no osamos contarnos, o compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; mas ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son sabios. |
¿Has visto un hombre que se tiene por sabio? Más cabe esperar de un necio que de él.
El fariseo, erguido, oraba as en su interior: '¡Oh Dios! Gracias te doy, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Pues no me atrever a a hablar de nada, fuera de lo que Cristo, para obtener la obediencia de los gentiles, ha realizado, valiéndose de m, de palabra y de hecho,
Tenga ese tal en cuenta esto: que tal como somos de palabra por medio de cartas estando ausentes, tales seremos también de obra cuando estemos presentes.
Pues no es aceptado el que se recomienda a s mismo, sino aquel a quien el Se or recomienda.
¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O quizá necesitamos, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros o de vuestra parte?
Y no es que volvamos a justificarnos ante vosotros, sino que os damos la oportunidad de que os mostréis orgullosos de nosotros, para que tengáis qué responder ante los que se glor an de las apariencias y no del corazón.