Vio la mujer que el árbol ten a frutos sabrosos y que era seductor a la vista y codiciable para conseguir sabidur a; tomó de sus frutos y comió, y dio también a su marido, que estaba con ella. Y también él comió.
1 Reyes 21:5 - Biblia Castilian 2003 Se le acercó su esposa Jezabel y le dijo: '¿Qué te pasa, que estás con aire triste, y no quieres comer?'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes? Biblia Nueva Traducción Viviente —¿Qué te pasa? —le preguntó su esposa Jezabel—. ¿Por qué estás tan disgustado que no quieres comer nada? Biblia Católica (Latinoamericana) Jezabel, su mujer, fue a verlo y le dijo: '¿Por qué estás así? ¿Por qué no comes?' La Biblia Textual 3a Edicion Por tanto vino a él Jezabel su mujer, y le preguntó: ¿Por qué está decaído tu espíritu, y no comes pan? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se le acercó su esposa Jezabel y le dijo: '¿Qué te pasa, que estás con aire triste, y no quieres comer?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y vino a él su esposa Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan triste tu espíritu, y no comes pan? |
Vio la mujer que el árbol ten a frutos sabrosos y que era seductor a la vista y codiciable para conseguir sabidur a; tomó de sus frutos y comió, y dio también a su marido, que estaba con ella. Y también él comió.
Éste le preguntó: '¿Por qué tú, hijo del rey, estás cada d a más macilento? ¿No me lo vas a descubrir?'. Amnón le respondió: 'Es que estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón'.
Como si fuera poco imitar los pecados de Jeroboán, hijo de Nebat, tomó por esposa a Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios, rindió culto a Baal y se postró ante él.
pues cuando Jezabel intentó exterminar a los profetas de Yahveh, Abd as recogió a cien profetas, los escondió en unas cavernas en dos grupos de cincuenta y les proveyó de pan y de agua.
Entonces Jezabel envió un mensajero a El as con este aviso: 'Esto me hagan los dioses y esto me a adan, si ma ana a estas horas no hago contigo igual que se hizo con cada uno de aquéllos'.
Realmente no hubo nadie que se vendiera como Ajab para hacer el mal a los ojos de Yahveh. Fue su esposa Jezabel la que lo incitó.
Ajab entró en su casa triste e irritado por la respuesta que le hab a dado Nabot de Yizreel, al decirle: 'No te entregaré la heredad de mis padres'. Se acostó en su lecho, volvió el rostro hacia la pared y no quiso comer.
Respondióle él: 'Porque he estado hablando con Nabot de Yizreel y le he dicho: 'Dame tu vi a por dinero, o si lo prefieres, te daré a cambio otra'. Y él me ha respondido: 'No te daré mi vi a''.
Entonces el rey me preguntó: '¿Por qué está tan triste tu semblante, siendo as que no estás enfermo? Eso no puede ser sino algún gran pesar del corazón'. Yo sent gran temor,
Llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que el rey hab a puesto a su servicio, y le dio la orden de ir adonde estaba Mardoqueo, para averiguar qué era aquello y a qué era debido.