Cuando los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos de oro, se los puso en la mano,
1 Pedro 3:3 - Biblia Castilian 2003 Vuestro adorno no sea el exterior, el peinado de los cabellos, los aderezos de joyas, los suntuosos vestidos, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, Biblia Nueva Traducción Viviente No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. Biblia Católica (Latinoamericana) No se preocupen tanto por lucir peinados rebuscados, collares de oro y vestidos lujosos, todas cosas exteriores, La Biblia Textual 3a Edicion Vuestro° atavío no sea el exterior, de trenzado de cabellos y atavíos de oro, o de uso de vestidos lujosos,° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Vuestro adorno no sea el exterior, el peinado de los cabellos, los aderezos de joyas, los suntuosos vestidos, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Que vuestro adorno no sea exterior, con encrespamiento del cabello y atavío de oro, ni vestidos costosos; |
Cuando los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos de oro, se los puso en la mano,
Luego le pregunté: '¿De quién eres hija?' Respondió: 'Soy hija de Betuel, el hijo de Najor que le dio Milcá'. Puse un anillo en su nariz y brazaletes en sus brazos.
Luego el criado sacó objetos de plata y oro, y vestidos, y se lo dio todo a Rebeca. Entregó también ricos presentes a su hermano y a su madre.
Jehú entró en Yizreel. Al saberlo Jezabel, se pintó los ojos, se acicaló los cabellos y se asomó a mirar por la ventana.
Mirra, áloe y casia son todos tus vestidos, y en las estancias de marfil la música te alegra.
sino que cada mujer pedirá prestados a su vecina y a la inquilina de su casa objetos de plata, de oro y vestidos, que pondréis a vuestros hijos y a vuestras hijas y as despojaréis a los egipcios'.
Aarón les respondió: 'Quitad los zarcillos de oro que penden de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos'.
Al o r el pueblo esta mala noticia, hizo duelo y nadie se vistió sus galas.
Llegaban hombres y mujeres, todos los que ten an esp ritu generoso, y ofrec an broches, pendientes, anillos, collares y toda suerte de objetos de oro, el oro que cada cual quiso ofrecer a Yahveh con el rito del balanceo.
Construyó la pila de bronce, y su base también de bronce, con los espejos de las mujeres que asist an a la entrada de la tienda del encuentro.
¡Despierta, despierta, v stete de fuerza, Sión! V stete tus espléndidos vestidos, Jerusalén, ciudad santa, porque no volverá a entrar en ti ni el incircunciso ni el impuro.
Con inmenso gozo me gozaré en Yahveh; exulta mi alma en mi Dios, pues me vistió con ropas de salvación, con manto de justicia me cubrió, como el novio se coloca la corona y como la novia se adorna con sus joyas.
¿Olvida una joven sus adornos, una novia su cinturón? Pues mi pueblo me ha olvidado innumerables d as.
Y tú, la devastada, ¿qué haces, que te vistes de púrpura que te adornas con adornos de oro, que te pintas ojos rasgados? En vano te acicalas: los amantes te desprecian es tu vida lo que buscan.
'Incluso mandaron llamar a unos hombres que vinieran de lejos. Les enviaron mensajeros y ellos acudieron. Para ellos te ba aste, te pintaste los ojos, te adornaste con joyas,
No os amoldéis a las normas del mundo presente, sino procurad transformaros por la renovación de la mente, a fin de que logréis discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo agradable, lo perfecto.