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1 Corintios 4:5 - Biblia Castilian 2003

As, pues, no juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Se or. Él iluminará lo que las tinieblas ocultan y pondrá al descubierto los designios del corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que merece.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así que no juzguen a nadie antes de tiempo, es decir, antes de que el Señor vuelva. Pues él sacará a la luz nuestros secretos más oscuros y revelará nuestras intenciones más íntimas. Entonces Dios le dará a cada uno el reconocimiento que le corresponda.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen que venga el Señor. El sacará a la luz lo que ocultaban las tinieblas y pondrá en evidencia las intenciones secretas. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que se merece.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual sí sacará a luz lo oculto de las tinieblas y pondrá de manifiesto las intenciones de los corazones: entonces la alabanza le vendrá a cada uno de parte de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor. Él iluminará lo que las tinieblas ocultan y pondrá al descubierto los designios del corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que merece.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual también traerá a luz lo encubierto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza.

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Lòt tradiksyon



1 Corintios 4:5
48 Referans Kwoze  

Libera al abismo de sus tinieblas, saca a la luz la oscuridad.


Según su prudencia es estimado el hombre; el de perverso corazón cae en el desprecio.


Alégrate, joven, en tu adolescencia y vive feliz en los d as de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y da placer a tus ojos. Pero sábete que por todo ello Dios te llamará a juicio.


Porque Dios juzgará todas las acciones, todo lo que está oculto, sea bueno o malo.


Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos; no pueden ocultarse ante m, y su iniquidad no se esconde a mis ojos.


O lo que dijeron los profetas que profetizan en mi nombre mentira: '¡He tenido un sue o! ¡He tenido un sue o!'.


Aunque inmolen sacrificios sangrientos, sacrifican carne y se la coman, Yahveh no se complace en ellos. Recordará su iniquidad y castigará sus pecados. Tendrán que volver a Egipto.


Entonces volveréis a distinguir entre justos e imp os, entre quien sirve a Dios y quien no le sirve.


Pero no les tengáis miedo; porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, y nada secreto que no llegue a saberse.


Entonces aparecerá en el cielo la se al del Hijo del hombre, se golpearán el pecho todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad.


Dichoso aquel criado a quien su se or, al volver, lo encuentre cumpliendo su deber.


D jole su se or: '¡Muy bien, criado bueno y fiel! En lo poco fuiste fiel, te pondré a cargo de lo mucho: entra en el fest n de tu se or'.


D jole su se or: '¡Muy bien, criado bueno y fiel! En lo poco fuiste fiel, te pondré a cargo de lo mucho: entra en el fest n de tu se or'.


No juzguéis, y no seréis juzgados. No condenéis, y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados.


Le responde Jesús: 'Si quiero que éste permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Tú s gueme'.


Surgió entonces entre los hermanos este rumor: que el disc pulo aquel no morir a. Pero no le dijo Jesús que no morir a, sino: 'Si quiero que éste permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué?'.


¿Cómo vais a poder creer vosotros, que andáis aceptando gloria unos de otros, pero no buscáis la que viene del Dios único?


¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Si está de pie o ca do, eso es cosa de su amo. Pero se mantendrá en pie, que el Se or tiene poder para sostenerlo.


No tienes, por tanto, excusa, quienquiera que seas, que te eriges en juez. Pues cuando condenas a otro, a ti mismo te condenas, ya que tú, que te eriges en juez, practicas aquellas mismas cosas.


As se verá el d a en que, según mi evangelio, Dios juzgue las interioridades de los hombres por medio de Cristo Jesús.


Es verdadero jud o quien lo es interiormente, y es verdadera circuncisión la del corazón, hecha según el Esp ritu, no según la letra. Este jud o es el que recibe alabanza, no de los hombres, sino de Dios.


a quienes, siendo constantes en el bien obrar, buscan gloria y honra e inmortalidad, les dará vida eterna;


As, pues, no carecéis de ningún don vosotros, los que esperáis la manifestación de nuestro Se or Jesucristo;


No obstante, si a alguno quiere seguir discutiendo, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.


Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Se or, hasta que venga'.


Cada uno en el orden que le corresponde: las primicias, Cristo; después, los de Cristo en su parus a.


llegará a descubrirse la obra de cada cual; la manifestará el d a del juicio, porque éste se revela en fuego, y el fuego [mismo] pondrá a prueba la calidad de la obra de cada uno:


si subsiste la obra construida por uno, éste recibirá el salario;


El que planta y el que riega son una misma cosa; eso s, cada uno recibirá el salario a la medida de su trabajo.


Pues no es aceptado el que se recomienda a s mismo, sino aquel a quien el Se or recomienda.


para que no parezca que os quiero amedrentar mediante las cartas.


Al contrario, hemos renunciado a los encubrimientos vergonzantes y no procedemos con astucia ni falseamos la palabra de Dios, sino que, por el contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos ante toda conciencia humana en la presencia de Dios.


Todos nosotros tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo merecido de todo lo que hizo mientras vivió en el cuerpo: bueno o malo.


porque vosotros mismos sabéis perfectamente que el d a del Se or vendrá como ladrón en plena noche.


Nada creado está oculto a su presencia: todo está desnudo y patente a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.


No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano, o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino su juez.


Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la parus a del Se or. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando pacientemente hasta recibir lluvias tempranas y tard as.


No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser juzgados. Mirad que el juez está ya a la puerta.


As la calidad de vuestra fe, de más valor que el oro que, aun después de acrisolado por el fuego perece, se convertirá en alabanza, gloria y honor en la manifestación de Jesucristo.


Y cuando aparezca el mayoral, conseguiréis la corona inmarchitable de la gloria.


aguardando y apresurando la parus a del d a de Dios, en el que los cielos se disolverán incendiados y los elementos se fundirán abrasados por el fuego!


y que dirán en son de burla: '¿Dónde está la promesa de su parus a? Desde que murieron los padres, todo sigue como desde el principio de la creación'.


También sobre ellos profetizó Henoc, el séptimo después de Adán, diciendo: 'Mirad, ha venido el Se or con sus santas mir adas


Ved que viene con las nubes. Y lo verán todos, incluso los que lo traspasaron. Y por él se lamentarán todas las tribus de la tierra. S. Amén.


Vi a los muertos, grandes y peque os, de pie delante del trono, y se abrieron los libros. Se abrió otro libro, que es el de la vida. Se juzgó a los muertos de acuerdo con lo que estaba escrito en los libros, según sus obras.