que llegó un día en el que ya no tuvo lugar donde almacenar más frutos. El dueño de la finca se puso entonces a reflexionar en busca de una solución.
Lucas 18:4 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento) El juez, durante mucho tiempo, no hizo el menor caso a la demandante; pero un día, cansado ya del asunto, reflexionó: 'Yo no creo en Dios ni tengo respeto a nadie, Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, Biblia Nueva Traducción Viviente Durante un tiempo, el juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “No temo a Dios ni me importa la gente, Biblia Católica (Latinoamericana) Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: 'Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, La Biblia Textual 3a Edicion Pero no quiso por un tiempo, pero después de estas cosas, se dijo: Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Él la ignoró durante mucho tiempo. Pero luego pensó para sus adentros: 'Aunque no temo a Dios ni tengo consideración alguna con los hombres, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, |
que llegó un día en el que ya no tuvo lugar donde almacenar más frutos. El dueño de la finca se puso entonces a reflexionar en busca de una solución.
El mayordomo se puso a pensar: '¿A qué podré dedicarme ahora? Me faltan las fuerzas para trabajar la tierra, y pedir limosna me avergüenza...
En cierta ciudad había un juez que no creía en Dios ni tenía respeto a nadie;
y en la misma ciudad vivía una viuda, que acudía continuamente al juez para pedirle que le hiciera justicia frente a un adversario que la perjudicaba.
'¿Qué podré hacer?' se preguntaba el dueño, hasta que decidió: '¡Ah, ya sé!, enviaré a mi hijo, que me es muy querido. Seguramente a él le tendrán respeto'.
Por otra parte, si a nuestros padres terrenales los veneramos pese a los castigos que nos imponen, ¿cómo no habremos de someternos a la disciplina de Dios, que es el Padre de nuestro espíritu, para que de veras comencemos a vivir?