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Juan 9:16 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

Algunos de ellos decían: ¡Ese Jesús no es de Dios, porque no guarda el sábado! ¿Pero cómo podría un hombre pecador hacer semejantes señales milagrosas? se preguntaban otros.De esta manera discutían unos con otros sin lograr ponerse de acuerdo.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Algunos de los fariseos decían: «Ese tal Jesús no viene de Dios porque trabaja en el día de descanso». Otros decían: «¿Pero cómo puede un simple pecador hacer semejantes señales milagrosas?». Así que había una profunda diferencia de opiniones entre ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Algunos fariseos, pues, dijeron: 'Ese hombre, que trabaja en día sábado, no puede venir de Dios. Pero otros decían: '¿Puede ser un pecador el que realiza tales milagros?' Y estaban divididos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces algunos de los fariseos decían: Este hombre no procede de Dios, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales? Y había división entre ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Algunos fariseos decían: 'Este hombre no viene de parte de Dios, pues no guarda el sábado'. Pero otros replicaban: '¿Cómo puede un pecador realizar señales como éstas?'. Y había división entre ellos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces unos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y había disensión entre ellos.

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Lòt tradiksyon



Juan 9:16
18 Referans Kwoze  

Había allí un hombre que tenía una mano atrofiada, y algunos preguntaron a Jesús si era lícito sanar en sábado.


Unos fariseos que los vieron, dijeron a Jesús: Mira, tus discípulos están haciendo algo que la ley no permite que se haga en sábado.


Pero el principal de la sinagoga, sintiéndose irritado porque Jesús había sanado a aquella mujer en sábado, gritó a la multitud: La semana tiene seis días durante los cuales podemos trabajar. Cualquiera de ellos podéis venir a ser sanados, ¡pero no el sábado!


Estas palabras provocaron una nueva disensión entre los dirigentes judíos que escuchaban a Jesús.


Lo que vosotros habéis de hacer es creer que yo soy en el Padre y que el Padre es en mí. En otro caso, creed por las mismas obras que habéis presenciado.


Si yo no hubiera hecho entre ellos obras como jamás las ha hecho ningún otro, no tendrían pecado y no se les podría llamar culpables; pero el caso es que ellos han presenciado mis obras, y a pesar de todo nos han odiado a mi Padre y a mí.


Aquella señal milagrosa en Caná de Galilea fue la primera que hizo Jesús. Manifestó así su glorioso poder, y logró que sus discípulos creyeran en él.


Rabí, sabemos que Dios te ha enviado como maestro, porque nadie podría hacer las señales milagrosas que tú haces, si Dios no estuviera con él.


los dirigentes judíos salieron a su encuentro y le reprendieron: ¡Hoy es sábado, y nuestra ley no te permite que andes por ahí llevando esa camilla!


Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que llevo a cabo, las cuales el Padre me encomendó. Ellas son las que dan testimonio de mí y la demostración de que el Padre me ha enviado.


Los judíos se pusieron entonces a discutir unos con otros sobre el significado de aquellas palabras. Decían: ¿Acaso estará éste pensando en darnos a comer su carne?


Entre el gentío eran frecuentes las discusiones sobre Jesús, pues mientras unos decían: 'Es un hombre bueno', otros afirmaban lo contrario: '¡No lo es, porque engaña al pueblo!'


Pues bien, si por no quebrantar la ley de Moisés cincuncidáis a un niño aunque sea en sábado, ¿por qué os irrita el que yo haya sanado en sábado a un hombre enfermo?


Así que acerca de Jesús estaba dividida la opinión de la gente.


Llamaron de nuevo al que había sido ciego, y le dijeron: ¡Glorifica a Dios y dale las gracias por tu curación, pero no a Jesús, que es un hombre pecador!


La opinión de la gente que vivía en la ciudad se hallaba dividida: unos se pusieron de parte de los dirigentes judíos, y otros de parte de los apóstoles.