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2 Corintios 10:3 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

Claro está que somos iguales a los demás, pero las armas de nuestra conducta son totalmente otras;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Somos humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Humana es mi condición, pero no lo es mi combate.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque aunque vivimos en la carne, no militamos según la carne.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Porque, aunque vivimos en carne, no según la carne combatimos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;

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Lòt tradiksyon



2 Corintios 10:3
11 Referans Kwoze  

Mientras estábamos sometidos a nuestra naturaleza humana, enemistada con Dios, las pasiones pecaminosas que actuaban en nosotros y que llevaban consigo el fruto maligno de la muerte, nos hacían desear lo que Dios había prohibido.


Si seguís haciéndolo, estaréis perdidos y moriréis. Por el contrario, si con el poder del Espíritu Santo destruís las obras propias de la naturaleza pecaminosa, viviréis;


Por lo tanto, podremos obedecer a la ley de Dios si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, en vez de obedecer los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa.


Esto es lo que me había propuesto, pero ¿quizá lo pensé con excesiva ligereza? ¿O es que acaso no conté con la voluntad de Dios, sino que anduve titubeando y diciendo 'sí' cuando antes decía 'no'?...


porque no son armas humanas, sino poderosas armas divinas destinadas a destruir fortalezas,


Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.


Ahora, Timoteo, hijo mío, presta atención a esto que te encargo conforme a las profecías que antes se hicieron acerca de ti, a fin de que, afirmado en ellas, puedas pelear la buena batalla.


He peleado hasta el fin la buena batalla, he acabado la carrera y he mantenido el depósito de la fe.


Por cuanto todos nosotros estamos rodeados de tan gran número de testigos, despojémonos de cualquier carga que pueda impedirnos correr bien, especialmente del pecado que nos agobia y nos hace tropezar y caer. Corramos luego con perseverancia la carrera que tenemos propuesta,