III. En las llanuras de Moab La historia de Balac y Balaán1 Los israelitas continuaron su viaje y montaron su campamento en el valle de Moab, que está al este del río Jordán, frente a Jericó. 2-4 Balac, hijo de Sipor, era el rey de Moab. Cuando Balac supo todo lo que los israelitas les habían hecho a los amorreos, él y todo el pueblo de Moab se llenaron de miedo, pues los israelitas eran muchísimos. Entonces, la gente de Moab mandó a llamar a los jefes madianitas, y les dijeron: —Los israelitas van a acabar con todo lo que tenemos, lo mismo que las vacas acaban con la hierba del campo. 5 Por aquel tiempo, Balaán hijo de Beor vivía con su familia en Petor, ciudad que estaba junto al río Éufrates. Balac envió a los jefes de su país con este mensaje para Balaán: —Un pueblo enorme que salió de Egipto ha acampado frente a mi territorio 6 y es más poderoso que yo. Ven y échales una maldición. Yo sé que cuando tú bendices a alguien, le va bien, y que cuando lo maldices, le va mal en todo. Por favor, ven y maldice al pueblo de Israel. Tal vez así yo podré vencerlo y expulsarlo de este territorio. 7 Los líderes de Moab y de Madián llevaron el mensaje a Balaán. También le llevaron dinero para que maldijera a los israelitas. Llegaron hasta donde se encontraba Balaán y le entregaron el mensaje del rey Balac. 8 Y Balaán les dijo: —Quedaos aquí esta noche y mañana os diré lo que Dios quiere que yo haga. Así lo hicieron. 9 Esa noche Dios se le apareció a Balaán y le preguntó: —¿Quiénes son esos hombres que están contigo? 10 Balaán contestó: —Vienen de Moab y son mensajeros del rey Balac. 11 El rey los ha mandado aquí para que yo eche una maldición sobre un pueblo que salió de Egipto y es innumerable. El rey Balac quiere que yo los maldiga para que pueda vencerlos y expulsarlos de su territorio. 12 Entonces Dios ordenó a Balaán: —No vayas con esos hombres, ni eches la maldición sobre ese pueblo, pues es un pueblo al que yo he bendecido. 13 Al día siguiente, Balaán se levantó y les dio a aquellos hombres el mensaje que Dios le había dado: —Regresad a vuestro país, porque Dios no me deja ir con vosotros. 14 Los jefes de Moab regresaron y comunicaron al rey Balac que Balaán no había querido venir con ellos. 15 Entonces Balac envió a un grupo de jefes más numeroso y más importantes que los primeros. 16 Cuando llegaron al lugar donde estaba Balaán, le dieron el mensaje del rey diciéndole: —Ven de inmediato, no te resistas. 17 Maldice de mi parte a ese pueblo y yo te recompensaré y haré todo lo que me pidas. 18 Pero Balaán respondió a los enviados del rey Balac: —Aunque Balac me ofrezca su palacio repleto de oro y de plata, no haré lo que me pide, pues no puedo desobedecer lo que me ordene mi Dios. 19 Quedaos aquí esta noche para que yo sepa lo que Dios me pide que haga. 20 Esa noche Dios le dijo a Balaán: —Si esos hombres han venido a buscarte para que vayas con ellos, vete; pero solo harás lo que yo te diga. 21 Balaán se levantó muy temprano, aparejó su burra y se fue con los jefes de Moab. 22 Una vez en marcha, Dios se enfureció con Balaán por haberse ido con ellos. Por eso, el ángel de Dios se puso en medio del camino para no dejarlo pasar. Balaán iba montado en su burra, y sus dos ayudantes iban con él. 23 Cuando la burra vio al ángel de Dios de pie en medio del camino y listo para atacar a Balaán con una espada, se salió del camino y tiró campo a través. Sin pensarlo más, Balaán golpeó a la burra para que regresara al camino. 24 Entonces el ángel de Dios se colocó en la parte más estrecha del camino en medio de los muros de piedra que separaban dos viñedos. 25 Cuando la burra vio al ángel, se hizo a un lado y aplastó el pie de Balaán contra el muro. Entonces Balaán volvió a golpearla. 26 Entonces el ángel se adelantó y se plantó en un lugar tan estrecho que nadie podía pasar ni por un lado ni por el otro. 27 Cuando la burra vio al ángel, se tumbó en el suelo con Balaán encima de ella. Enfurecido, Balaán no paraba de golpear a la burra con un palo. 28 En ese momento, Dios hizo que la burra hablara y le dijera a Balaán: —¿Qué te hecho? ¿Por qué me has golpeado tres veces? Balaán respondió: 29 —¡Te estás burlando de mí! ¡Si tuviera una espada en la mano, te mataría ahora mismo! 30 La burra replicó: —¡Yo soy tu burra! ¡Toda la vida te he llevado por todos lados y nunca te he tratado como tú lo has hecho hoy conmigo! —Tienes razón —contestó Balaán. 31 En ese mismo instante, Dios permitió que Balaán viera al ángel, de pie en medio del camino y listo para atacarlo con su espada. Balaán, entonces, se arrodilló tocando el suelo con la frente, 32 y el ángel de Dios le dijo: —¿Por qué has golpeado a tu burra tres veces? Yo fui quien te cerró el camino, porque no me parece bien que vayas a Moab. 33 Si tu burra no me hubiera visto apartándose de mí tres veces, ya te habría matado y a ella la habría dejado con vida. 34 Balaán respondió al ángel de Dios: —He pecado, Señor. Yo no sabía que eras tú quien me cerraba el paso en el camino. Pero si no quieres que vaya a Moab, ahora mismo regresaré a mi casa. 35 Y el ángel de Dios le contestó: —Vete con esos hombres, pero solo dirás lo que yo te mande. Balaán se fue entonces con los jefes que había enviado el rey Balac. 36 Cuando Balac supo que Balaán se acercaba, salió a recibirlo a Ir Moab, ciudad que se encontraba en la frontera de su territorio limitada por el río Arnón. 37 Allí Balac dijo a Balaán: —¿Por qué no viniste cuando te llamé? ¿Crees acaso que no puedo darte lo que te ofrecí? 38 Y Balaán contestó: —Aquí me tienes, pero solo diré lo que Dios me ordene. 39 Y Balaán fue con Balac a Quiriat-Jus. 40 Allí el rey Balac presentó bueyes y ovejas como ofrenda a Dios y organizó un banquete en honor de Balaán y los mensajeros. Balaán bendice a los israelitas41 Al día siguiente el rey Balac llevó a Balaán a Bamot-Baal desde donde se podía ver parte del campamento de los israelitas. |