Los israelitas llegan al desierto del Sinaí1-2 Los israelitas salieron de la región de Refidín en dirección al desierto del Sinaí y acamparon al pie de la montaña. Cuando llegaron allí, habían pasado tres meses desde su salida de Egipto. 3 Un día, Moisés subió al monte Sinaí para encontrarse con Dios. Cuando llegó a la parte más alta, Dios lo llamó y le dijo: —Di de mi parte a los israelitas lo siguiente: 4 Habéis visto cómo castigué a los egipcios. También habéis visto que os he guiado con mucho cuidado hasta el lugar donde estoy. Os he traído con el mismo cuidado que tiene el águila cuando lleva a sus polluelos sobre sus alas. 5 Si obedecéis y cumplís el pacto que he hecho con vosotros, seréis mi pueblo preferido entre todos los pueblos de la tierra, pues toda la tierra me pertenece. 6 Vosotros seréis mis sacerdotes y un pueblo consagrado a mí. Esto es lo que debes decir a los israelitas. 7 Moisés reunió entonces a los jefes del pueblo y les contó todo lo que Dios había dicho. 8 El pueblo dijo a Moisés: —Haremos todo lo que Dios nos ordene. Moisés comunicó a Dios la respuesta del pueblo, 9 y Dios le dijo: —Voy a hablar contigo desde una nube oscura. Así el pueblo podrá oír lo que yo te diga y no volverá a dudar de ti. 10 Y Dios añadió: —Quiero que vayas y prepares al pueblo para que me rinda culto hoy y mañana. Ordénales que laven su ropa como señal de su pureza, 11 y que se preparen para adorarme pasado mañana, pues ese día voy a aparecerme ante ellos en el monte Sinaí. 12 Señala un límite alrededor del monte, y advierte a los israelitas que no deben subir a él y ni siquiera poner un pie en sus alrededores, pues cualquiera que ponga un pie en el monte morirá. 13 Pero nadie tocará a quien lo haga, sino que deberá morir a pedradas o a flechazos; sea persona o animal morirá sin remedio. Solo podrán subir después de que oigan el toque de trompeta. 14 Moisés bajó del monte y preparó a los israelitas para que adoraran a Dios, encargándoles que lavaran sus ropas. 15 Luego Moisés les dijo: —Debéis estar listos para adorar a Dios pasado mañana. Por eso, no debéis tener relaciones sexuales. 16 Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos; una nube oscura cubrió el monte, se oyó un fuerte toque de una trompeta y todos los israelitas que estaban en el campamento se echaron a temblar llenos de miedo. 17 Entonces Moisés sacó del campamento a los israelitas y los llevó al pie del monte Sinaí para que se encontraran con Dios. 18 Todo el monte estaba cubierto de humo, porque Dios había bajado en forma de fuego. El monte humeaba como si fuese un horno y retumbaba fuertemente. 19 El toque de trompeta se oía cada vez más fuerte. Y mientras Moisés hablaba con Dios, él le contestaba con la voz del trueno. 20 Dios descendió a la cumbre del monte Sinaí y pidió a Moisés que subiera. Moisés subió 21 y Dios le dijo: —Ahora baja y advierte a los israelitas que no deben subir ni tratar de verme. Si lo hacen, muchos podrían morir. 22 Incluso los sacerdotes que se acerquen a mí tienen que purificarse; de lo contrario, yo podría acabar con ellos. 23 Moisés contestó: —Los israelitas no se atreverán a subir al monte, pues ya les advertiste tú que no lo hicieran cuando mandaste poner límites que no debían ser traspasados, porque el monte es sagrado. 24 Dios le dijo: —Baja del monte y vuelve aquí con Aarón. Pero nadie más del pueblo debe subir aquí donde yo estoy; ni siquiera los sacerdotes, porque si lo hacen podrían morir. 25 Moisés bajó del monte y les comunicó a los israelitas todo esto. |