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Mateo 9 - Biblia Torres Amat 1825 Biblia Torres Amat 1825
Mateo 9

1 Y subiendo en la barca, repasó el lago y vino a la ciudad de su residencia o a Cafarnaúm.

2 Cuando he aquí que le presentaron un paralítico postrado en un lecho. Y al ver Jesús su fe, dijo al tullido: Ten confianza, hijo mío, que perdonados te son tus pecados.

3 A lo que ciertos escribas dijeron luego para consigo: Este blasfema.

4 Mas Jesús , viendo sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?

5 ¿Qué cosa es más fácil, decir: Se te perdonaron tus pecados, o decir: Levántate y anda?

6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados, levántate, dijo al mismo tiempo al paralítico, toma tu lecho y vete a tu casa.

7 Y se levantó y se fue a su casa.

8 Lo cual viendo las gentes, quedaron poseídas de un santo temor, y dieron gloria a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.

9 Partido de aquí Jesús , vio a un hombre sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme; y él levantándose, le siguió.

10 Y sucedió que estando Jesús a la mesa en la casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y gentes de mala vida que se pusieron a la mesa a comer con él y con sus discípulos.

11 Y al verlo los fariseos decían a sus discípulos: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?

12 Mas Jesús , oyéndolo, les dijo: No son los que están sanos, sino los enfermos los que necesitan médico.

13 Id, pues, a aprender lo que significa: Mas estimo la misericordia que el sacrificio; porque los pecadores son, y no los justos, a quienes he venido yo a llamar a penitencia.

14 Entonces se presentaron a Jesús los discípulos de Juan, y le dijeron: ¿Por qué, ayunando frecuentemente nosotros y los fariseos, tus discípulos no ayunan?

15 Les respondió Jesús : ¿Acaso los amigos del esposo pueden andar afligidos mientras el esposo está con ellos? Ya vendrá el tiempo en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán.

16 Nadie echa un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo; de otra suerte, rasga lo nuevo parte de lo viejo, y se hace mayor la rotura.

17 Ni tampoco echan el vino nuevo en cueros viejos; porque si esto se hace, revienta el cuero, y el vino se derrama y se pierden los cueros. Pero el vino nuevo lo echan en cueros nuevos, y así se conserva lo uno y lo otro.

18 En esta conversación estaba, cuando llegó un hombre principal o jefe de sinagoga, y adorándole, le dijo: Señor, una hija mía está a punto de morir; pero ven, impón tu mano sobre ella, y vivirá.

19 Levantándose Jesús , le iba siguiendo con sus discípulos;

20 cuando he aquí que una mujer que hacía ya doce años que padecía un flujo de sangre, vino por detrás y tocó el ruedo de su vestido.

21 Porque decía ella entre sí: Con que pueda solamente tocar su vestido, me veré curada.

22 Mas volviéndose Jesús y mirándola, dijo: Hija, ten confianza. Tu fe te ha curado. En efecto desde aquel momento quedó curada la mujer.

23 Venido Jesús a la casa de aquel hombre principal, y viendo a los tañedores de flautas, o música fúnebre, y el alboroto de la gente, decía:

24 Retiraos, pues no está muerta la niña, sino dormida. Y hacían burla de él.

25 Mas echada fuera la gente, entró, la tomó de la mano, y la niña se levantó.

26 Y se divulgó el suceso por todo aquel país.

27 Partiendo Jesús de aquel lugar, le siguieron dos ciegos, gritando y diciendo: Hijo de David, ten compasión de nosotros.

28 Luego que llegó a casa, se le presentaron los ciegos y Jesús les dijo: ¿Creéis que yo puedo hacer eso que me pedís? y le dijeron: Sí, Señor.

29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Según vuestra fe, así os sea hecho.

30 Y se les abrieron los ojos. Mas Jesús les conminó diciendo: Mirad, que nadie lo sepa.

31 Ellos, sin embargo, al salir de allí lo publicaron por toda la comarca.

32 Salidos éstos le presentaron un mudo endemoniado.

33 Y arrojado el demonio, habló el mudo, y las gentes se llenaron de admiración, y decían: Jamás se ha visto cosa semejante en Israel.

34 Los fariseos, al contrario, decían: Por arte del príncipe de los demonios, expele los demonios.

35 Y Jesús iba recorriendo todas las ciudades y villas, enseñando en sus sinagogas, y predicando la buena noticia del reino de Dios, y curando toda dolencia y toda enfermedad.

36 Y al ver aquellas gentes, se compadecía entrañablemente de ellas porque estaban mal paradas y tendidas aquí y allá como ovejas sin pastor.

37 Sobre lo cual dijo a sus discípulos: La mies es verdaderamente mucha; mas los obreros pocos.

38 Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe a su mies trabajadores.

Biblia Torres Amat

Copyright © Félix Torres Amat. Traducción de la Vulgata al castellano 1825.