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Hechos 22:30 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

30 Al día siguiente, deseoso de conocer las causas de la acusación de los judíos contra Pablo, el comandante lo liberó de las cadenas y convocó a los principales sacerdotes y a todo el sanedrín. Seguidamente, hizo comparecer a Pablo ante ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Al día siguiente, el comandante ordenó que los sacerdotes principales se reunieran en sesión con el Concilio Supremo judío. Quería averiguar de qué se trataba el problema, así que soltó a Pablo para presentarlo delante de ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Al día siguiente hizo soltar a Pablo. Quería conocer con certeza cuáles eran los cargos que los judíos tenían contra él, y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo que llaman Sanedrín. Después hizo bajar a Pablo para que compareciera ante ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Al día siguiente, queriendo saber de seguro por qué lo acusaban° los judíos, lo desató; y mandó reunir a los principales sacerdotes y a todo el Sanedrín; y sacando a Pablo, lo puso ante ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Al día siguiente, deseando averiguar de qué lo acusaban los judíos, ordenó que lo soltasen, mandó reunir a los príncipes de los sacerdotes y a todo el sanedrín, tomó a Pablo y lo llevó ante ellos.

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Hechos 22:30
13 Tagairtí Cros  

Cuídense de los hombres, porque los denunciarán ante los tribunales, y también tengan cuidado con los judíos, que los azotarán en las sinagogas;


Lo llevaron atado para entregarlo a Pilatos, el gobernador.


Pero yo les digo que todo aquel que se enoje contra su hermano, y producto del enojo ejerza venganza, que sea enjuiciado y pague por su delito, y cualquiera que asesine a su hermano con palabras, sea enjuiciado ante el tribunal; y cualquiera que insulte a su hermano, sea culpable y sea llevado al botadero en donde se quema la basura.


y vino a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató las manos y los pies y dijo: – Así dice el Espíritu Santo: “De esta forma es como los judíos de Jerusalén atarán al hombre que es el dueño de este cinturón; después lo entregarán a los que no son judíos”.


Entonces el comandante se acercó, arrestó a Pablo y ordenó que este fuese atado con cadenas. Después preguntó: – ¿Quién es este hombre? ¿Qué mal ha hecho?


tengo como testigo al sumo sacerdote y a todo el consejo de líderes religiosos, ellos les pueden confirmar que esto es verdad. Incluso, estos líderes me dieron cartas que estaban dirigidas a los compatriotas de la ciudad de Damasco. Me dirigía allí a arrestar a los seguidores de Jesús y traerlos a Jerusalén para que fueran castigados.


Pablo se quedó mirando fijamente al sanedrín y dijo: – Hermanos, yo personalmente, tengo la conciencia tranquila, porque hasta ahora he obedecido a Dios en todo.


Ahora, queremos que ustedes nos ayuden, pídanle al comandante que haga comparecer a Pablo ante ustedes, con el pretexto de investigarlo y obtener información más precisa sobre su caso. Nosotros estaremos listos para matarlo antes de que él llegue acá.


El muchacho le dijo: – Los judíos han hecho un plan para pedirle a usted que mañana lleve a Pablo ante el sanedrín; van a decirle que es para investigarlo más detalladamente.


Quise saber mejor los motivos por los cuales lo acusaban, así que lo llevé ante el sanedrín judío.


Cuando Pablo se dio cuenta de que en la audiencia algunos hombres eran saduceos y otros eran fariseos, alzó la voz diciendo: – Hermanos, soy un fariseo, hijo de fariseo; estoy en juicio porque creo en la esperanza de la resurrección de muertos.


Pablo le dijo: – No importa si es por poco o por mucho, oro a Dios que no solo usted, sino todos los que me están escuchando puedan ser cristianos como yo, pero claro, sin estas cadenas.


Al escuchar esto, Pedro y Juan entraron al templo al amanecer y comenzaron a enseñar. Ajenos a esto, se reunieron el sumo sacerdote y los que estaban con él y convocaron al sanedrín y a todo el consejo de líderes religiosos de Israel, y enviaron a la prisión a la policía del templo para que trajesen a los apóstoles.


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