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Sofonías 3:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

8 Por eso, espérenme, lo digo yo, el Señor, pues se acerca el día en que me pondré de pie y acusaré a la ciudad de Jerusalén. Porque he decidido reunir los reinos de la tierra para derramar sobre Israel todo el peso de mi cólera.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Por lo tanto, tengan paciencia —dice el Señor—. Pronto me levantaré y acusaré a esas naciones malvadas. Pues he decidido reunir a los reinos de la tierra y descargar mi más feroz ira y furia sobre ellos. Toda la tierra será consumida por el fuego de mi celo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Por esto, espérenme, les dice Yavé, para el día en que yo venga a acusarlos. Pues ya salió la sentencia: reuniré a las naciones y juntaré a los imperios para descargar sobre ustedes mi enojo, todo el ardor de mi ira, y todo el país será consumido por el fuego de mis celos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Por tanto, dice YHVH, esperadme a mí hasta el día en que Yo madrugue para juzgaros,° pues mi decisión es reunir las naciones y congregar los reinos, para derramar sobre ellos mi furor, todo el ardor de mi ira, porque con el fuego de mi celo será devorada toda la tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Por eso, esperadme -oráculo de Yahveh- el día en que me levante para dar testimonio, pues he decidido reunir a las naciones, congregar a los reinos, para derramar sobre ellos mi cólera, todo el ardor de mi ira: por el fuego de mi celo será devorada toda la tierra.

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Sofonías 3:8
39 Tagairtí Cros  

El Señor responda: «Yo me levantaré y defenderé a los oprimidos, a los pobres, a los necesitados. Los rescataré como ellos anhelan».


Como el siervo mantiene la mirada en su amo, como la esclava observa la mínima señal de su ama, así dirigimos la mirada al Señor nuestro Dios, esperando su misericordia.


Espera al Señor; él acudirá. Sé valiente, resuelto y animoso. Sí; espera, y él te ayudará.


No seas impaciente esperando que el Señor se manifieste. Continúa tu marcha firme por su senda, y a su tiempo él te honrará para que heredes la tierra, y verás destruidos a los malvados.


Reposa en el Señor; espera con paciencia que él se manifieste. No envidies a los malvados que prosperan o te desesperes por sus perversos planes.


Silencioso estoy ante el Señor, esperando que él me libre. Porque sólo de él procede la salvación.


Pero yo callo ante el Señor, porque en él está mi esperanza.


Señor, ¿hasta cuándo estarás enojado con nosotros? ¿Para siempre? ¿Hasta cuándo arderán tus celos como fuego?


Derrama tu ira sobre las naciones que no te reconocen, sobre los reinos que no claman a tu nombre.


No digas: «¡Me vengaré por el mal que me has hecho!». Confía en el Señor y él actuará por ti.


Grábame como un sello sobre tu corazón. Llévame como un tatuaje en tu brazo, porque fuerte como la muerte es el amor, y tenaz como llama divina es el fuego ardiente del amor.


Este es mi plan para toda la tierra; lo realizaré por mi gran poder que alcanza toda la redondez del mundo.


Pero el Señor aún espera que acudan a él para poder demostrarles su amor. Él los conquistará para bendecirlos, tal como lo ha dicho, porque el Señor es fiel a su promesa. Bienaventurados son cuantos esperan confiados en la ayuda del Señor.


El Señor está enfurecido contra las naciones, su ira se abalanza contra los ejércitos. Él los destruirá por completo, provocándoles gran mortandad.


Con furia aplasté a las naciones paganas, las hice tambalearse y caer por tierra».


Deja caer tu cólera sobre las naciones que no te obedecen, pues han causado tanto daño a Israel que lo han dejado convertido en triste páramo.


Por eso, Israel, busca de nuevo a tu Dios y vive de acuerdo con los principios del amor y la justicia, y siempre confía en él.


juntaré los ejércitos del mundo en el valle de Josafat. Allí los juzgaré y castigaré por haber hecho daño a mi pueblo, por haberlo esparcido entre las naciones y haber repartido mi tierra.


Pero yo he puesto toda mi confianza en el Señor; yo confío en que Dios me salvará de cualquier peligro, y estoy seguro que siempre escucha mis ruegos.


Las cosas que planeo no ocurrirán tan pronto, pero con toda seguridad ocurrirán. Aunque pienses que se demoran en cumplirse, no te desesperes. ¡Todo acontecerá en el día que he señalado!


Ese día en que el Señor desate su castigo, de nada les servirá la plata y el oro que tienen. Toda la tierra será devorada por el fuego de su ira. ¡En poco tiempo morirán todos los habitantes de la tierra!».


destruiré reinos poderosos y acabaré con el dominio de muchas naciones. Destruiré sus ejércitos, tanto sus carros de guerra como sus jinetes; estarán tan ofuscados que se matarán entre sí.


y las naciones se reunirán delante de mí. Y las separaré como el pastor separa las ovejas de los cabritos.


Pero el día del Señor llegará como un ladrón. En aquel día, los cielos desaparecerán en medio de un estruendo espantoso, los cuerpos celestes serán destruidos por fuego, y la tierra y lo que en ella hay desaparecerán envueltos en llamas.


Escuché entonces una potente voz que desde el templo gritaba a los siete ángeles: «Váyanse a derramar sobre la tierra las siete copas del furor de Dios».


Aquellos son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas y que salen a reunir a los gobernantes del mundo para agruparlos en la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.


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