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Sofonías 3:15 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

15 Porque el Señor no te castigará como lo había dicho, sino más bien alejará de ti los ejércitos de tus enemigos y los dispersará. Y el Señor, Rey de Israel, estará siempre presente entre ustedes. Por eso ninguna desgracia volverá a caer sobre ustedes.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Pues el Señor quitará su mano de juicio y dispersará a los ejércitos de tus enemigos. ¡El Señor mismo, el Rey de Israel, vivirá en medio de ti! Por fin, se habrán terminado tus aflicciones y nunca jamás temerás el desastre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Pues Yavé ha cambiado su suerte, ha alejado de ti a tus enemigos. No tendrás que temer desgracia alguna, pues en medio de ti está Yavé, rey de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 YHVH ha apartado tus juicios,° Ha echado fuera tu enemigo. YHVH, el Rey de Israel está en medio de ti. ¡Nunca más temerás el mal!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Yahveh ha retirado la sentencia contra ti, ha expulsado a tus enemigos. Yahveh, rey de Israel, está contigo, ya no tienes que temer mal alguno.

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Sofonías 3:15
48 Tagairtí Cros  

Así que ella quedó embarazada, y dio a luz un hijo. A este hijo, Raquel le puso por nombre José (que añada otro), porque dijo: «Dios ha quitado la humillación que había sobre mí». Luego añadió: «¡Qué bueno sería que el Señor me diera otro hijo».


Que se alegre Israel por su Creador; que se regocijen los hijos de Sion por su rey.


El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos y justos.


de modo que tu ira, tu ardiente enojo, ya se ha apagado.


Cante jubiloso su canto de reconocimiento todo el pueblo de Jerusalén. Porque grande y poderoso es el Santo de Israel, que mora entre ustedes.


El Señor le quitará el poder a la muerte para siempre. El Señor secará toda lágrima y ahuyentará para siempre todas las injurias y burlas que se dirigen contra su tierra y su pueblo. ¡El Señor ha hablado! ¡Sin duda cumplirá su palabra!


Porque el Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey. Él nos cuidará y nos librará.


Estos redimidos del Señor irán por ese camino a su hogar, a Sion, entonando cánticos de júbilo eterno. Nunca más habrá para ellos dolor ni suspiros. Allí sólo habrá felicidad y gozo.


el Señor su Dios, el mismo que defiende a su pueblo: ¡Ya no volveré a tratarlos con ira, ni a castigarlos con severidad! ¡Todo eso se ha terminado!


Rompan en jubiloso cántico las ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén.


Serás regida por un gobierno justo y honrado. Tus enemigos se mantendrán a distancia, vivirás en paz, el terror no se acercará.


La violencia desaparecerá de su tierra, cesará toda guerra. Las murallas de Jerusalén tendrán por nombre «Salvación» y sus portones, «Alabanza».


Y yo me regocijaré en Jerusalén, y en mi pueblo, y el sonido del llanto y del clamor no se volverá a escuchar allí jamás.


Escuchen el llanto de mi pueblo por toda la tierra: «¿En dónde está el Señor?», preguntan, «¿nos ha abandonado Dios?». ¡Ay! ¿Por qué me han provocado con sus ídolos labrados y sus perversos ritos extraños?, responde el Señor.


»”Pues tú dijiste: ¡Tanto Israel como Judá serán mías! Tomaré posesión de ellas, ¡qué me importa que Dios esté allí!


Nunca más te despreciarán aquellas naciones, pues no serás más una nación de malvados, dice el Señor Dios”».


Y jamás me volveré a alejar de ellos de ellos de nuevo, sino que derramaré mi Espíritu sobre ellos, dice el Señor Dios».


»La circunferencia total de la ciudad es de nueve kilómetros y cuatrocientos cincuenta metros. ¡Y el nombre de la ciudad será Dios Sama (Dios está allí)!».


Entonces se convencerán, por fin, que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sion, mi santo monte. Jerusalén será santa, y nunca más los extranjeros la volverán a invadir.


Yo los plantaré firmemente allí sobre la tierra que les he dado; y nunca más serán arrancados de su tierra». Lo ha dicho el Señor, tu Dios.


Entonces mi enemigo, el que se burlaba de mí diciendo: «¿Dónde está ese Dios tuyo?», quedará avergonzado. Con mis propios ojos veré su derrota, pues será pisoteado como se hace con el lodo de las calles.


Cortaste los bosques del Líbano; ahora tú serás cortada. Fuiste el terror de los animales que cayeron en tus trampas; ahora el terror te alcanzará a ti, debido a la violencia con que trataste a nuestro país y a nuestras ciudades.


¡Te pagarán con tu misma moneda! Así como tú robaste a muchas naciones, habrá naciones que te robarán a ti. De esa manera pagarás por toda tu violencia, por todos los crímenes que cometiste en las ciudades del país.


¡El Señor tu Dios ha llegado para vivir en medio de ti! Él es tu Salvador poderoso, que siempre cuidará de ti. Él se regocijará en ti con gran alegría; te amará y no te acusará.


El Señor está dentro de la ciudad y es justo. Cada día su justicia se hace más evidente, pero nadie presta atención; los malvados no conocen la vergüenza y viven ignorando las instrucciones de Dios.


Entonces todos los pueblos se juntarán para atacarla. Pero, en ese día, haré que Jerusalén sea como una piedra pesada a la que todos tratarán de levantar. Sin embargo, todos los que lo hagan van a fracasar, y quedarán aplastados debajo de ella.


Y Jerusalén será de nuevo habitada por sus propios ciudadanos; en ella se gozará de paz y seguridad, y nunca más volverá a ser destruida.


¡Regocíjate grandemente, pueblo mío! ¡Grita de alegría, Jerusalén! ¡Tu rey viene montado sobre un burrito! ¡Es un rey justo y humilde, y viene a salvarte!


Natanael exclamó: ―Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!


«No tengas miedo, oh ciudad de Sion; aquí viene tu rey, montado sobre un burrito».


Pilato mandó que pusieran un letrero sobre la cruz. En este estaba escrito: «jesús de nazaret, rey de los judíos».


Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo por lo que oigo, y mi juicio es correcto, porque está de acuerdo con la voluntad del que me envió y no de acuerdo con mi propia voluntad.


Escuché entonces que una potente voz proclamaba en el cielo: «¡Al fin llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo!, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante Dios, ha sido expulsado del cielo.


Pero tú, cielo, regocíjate por lo que ha sucedido. Y regocíjense también los santos, los profetas y los apóstoles, porque al castigar a la gran ciudad, Dios les está haciendo justicia a ustedes».


En su vestidura y en un muslo tiene escrito este título: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.


Por eso están delante del trono de Dios y sirven día y noche en su templo. El que está sentado en el trono los protege;


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