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Salmos 82:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

8 ¡Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra! Todas las naciones te pertenecen.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra; Porque tú heredarás todas las naciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, porque todas las naciones te pertenecen.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Oh Dios, ponte de pie, juzga la tierra, pues tú dominas todas las naciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 ¡Levántate, oh ’Elohim, y juzga la tierra, Porque Tú eres el dueño de todas las naciones!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Levántate, Señor, gobierna tú la tierra, pues las naciones todas son tu herencia.

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Salmos 82:8
14 Tagairtí Cros  

Yo sé que vendrás y te apiadarás de Sion; y este es el tiempo de compadecerla, el tiempo en que prometiste que nos ayudarías.


El Señor responda: «Yo me levantaré y defenderé a los oprimidos, a los pobres, a los necesitados. Los rescataré como ellos anhelan».


Pídeme, y te daré como herencia todas las naciones del mundo. ¡Tuyos serán los confines de la tierra!


Porque del Señor es el reino y él gobierna sobre las naciones.


¡Levántate, Señor, y acude en nuestra ayuda! Sálvanos por tu gran amor.


¡Pero, Señor, levántate airado contra la furia de mis enemigos! ¡Despierta! Exige que se me haga justicia, Señor.


La enemistad de los hombres sólo hace que tu gloria se note más; porque tú la usas como espada de juicio.


Levántate, Juez de la tierra. Dales su merecido a los soberbios.


Porque el Señor viene a juzgar la tierra. Con justicia y verdad juzgará a las naciones.


¡Despierta, oh Señor! ¡Levántate y vístete con tu manto de fortaleza! ¡Álzate como antaño, cuando destruiste a los egipcios!


Ya no hay gente honrada en este país. ¡Ya no queda en este país ni una sola persona que practique la justicia! Son todas homicidas, que se vuelven contra sus propios familiares. ¡Unos a otros buscan hacerse daño!


Pero yo he puesto toda mi confianza en el Señor; yo confío en que Dios me salvará de cualquier peligro, y estoy seguro que siempre escucha mis ruegos.


Por eso, espérenme, lo digo yo, el Señor, pues se acerca el día en que me pondré de pie y acusaré a la ciudad de Jerusalén. Porque he decidido reunir los reinos de la tierra para derramar sobre Israel todo el peso de mi cólera.


El séptimo ángel tocó la trompeta, y varias voces potentísimas gritaron desde el cielo: «El reino de este mundo pertenece ahora a nuestro Señor y a su Cristo; y él reinará para siempre».


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