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Salmos 57:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 ¡Ten compasión de mí, oh Dios, ten compasión de mí; pues en ti confío! Bajo la sombra de tus alas me esconderé hasta que pase la tormenta.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia! En ti busco protección. Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Piedad de mí, oh Dios, piedad de mí, pues en ti se refugia el alma mía; a la sombra de tus alas me cobijo hasta que haya pasado la tormenta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Al director del coro. Sobre Al Tashjet.° Mictam de David, en la cueva, cuando huía de Saúl. Ten misericordia de mí, oh’ Elohim, Ten misericordia de mí, Porque en ti ha confiado mi alma, y a la sombra de tus alas me refugio hasta que pase la calamidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam. En la cueva, huyendo de Saúl.

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Salmos 57:1
34 Tagairtí Cros  

Quienes confían en el Señor son firmes como el monte Sion, que jamás será conmovido, que permanecerá para siempre.


Pero yo, desde ya, confío en tu gran amor. Me gozo porque tú me has salvado.


¡Cómo le suplico a Dios; cómo imploro su misericordia


Bésenle los pies, antes que se encienda su ira y perezcan en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan el refugio!


¡Cuán precioso es tu constante amor, Dios! Toda la humanidad se refugia a la sombra de tus alas.


Señor, ten misericordia de mí; todo el día las tropas enemigas me presionan.


¡Ustedes, los gobernantes hablan de justicia y ni siquiera saben el significado de esa palabra! ¿Juzgan con rectitud al pueblo?


¡Oh Dios mío, sálvame de mis enemigos! ¡Protégeme de quienes han venido a destruirme!


Por siempre moraré en tu santuario. ¡Seguro bajo el amparo de tus alas!


en cuánto me has ayudado. ¡Canto durante la noche con gozo bajo la protectora sombra de tus alas!


¡Qué agradecidos te estamos, Señor! Te damos gracias porque tú estás cerca. Todas las personas hablan de tus poderosas obras.


Todos los que conocen tu misericordia, Señor, contarán contigo para que los auxilies, pues jamás has abandonado a quienes en ti confían.


El que vive al abrigo del Altísimo, descansará bajo la sombra del Todopoderoso.


Él te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas encontrarás refugio. ¡Sus fieles promesas son tu armadura y protección!


Si haces del Señor tu refugio, del Altísimo tu protección,


No será por mucho tiempo; dentro de poco cesará mi ira contra ti y se encenderá contra ellos para destruirlos».


¡Vete a casa, pueblo mío, y atranca las puertas! Escóndete un poquito hasta que la ira del Señor contra tus enemigos haya pasado.


¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece a su siervo? Si alguno de ustedes anduviere en tinieblas, sin un solo rayo de luz, confíe en el Señor, pónganse en las manos de su Dios.


Si aquellos días no fueran acortados, la humanidad entera perecería; pero serán acortados por el bien de los escogidos de Dios.


»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas!, pero no quisiste.


La verdad es que ustedes llorarán y se llenarán de tristeza, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes se pondrán tristes, pero luego su tristeza se convertirá en alegría.


»Le supliqué al Señor, y le dije: “Señor y Dios mío, no destruyas a tu pueblo. Es tu propia herencia que rescataste de Egipto con tu maravilloso poder y gloriosa fuerza.


Él les enjugará las lágrimas y no habrá muerte ni llanto ni clamor ni dolor, porque estos pertenecen a un pasado que no existe más».


―No, Señor —respondí—. Dímelo. ―Estos son los que pasaron por la gran tribulación —me dijo—. Su ropa está blanca porque la lavaron y blanquearon con la sangre del Cordero.


Que el Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te bendiga por ello.


David salió de Gat y se refugió en la cueva de Adulam, donde de inmediato se le unieron sus hermanos y otros parientes.


En el lugar por donde el camino pasa por algunos rediles, entró Saúl en una cueva para hacer sus necesidades. En esa cueva precisamente estaban escondidos David y sus hombres.


Los hombres de David le dijeron: ―Ahora es tu oportunidad. Hoy es el día de que hablaba el Señor cuando dijo: “Entregaré a Saúl en tu poder para que hagas con él lo que quieras”. David se acercó silenciosamente y cortó un pedazo del borde de la túnica de Saúl.


David le gritó: ―Señor mío y rey mío. Saúl miró, y David, haciéndole una reverencia,


―No —dijo David—, porque nadie puede quedar impune si ataca al ungido del Señor.


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