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Salmos 14:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Pero no; todos se han descarriado; todos están corrompidos por el pecado. No hay ninguno bueno, ¡ni siquiera uno!

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Biblia Reina Valera 1960

3 Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron. No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Todos están descarriados, y juntos se han corrompido. No queda ni un hombre honrado ni uno de muestra siquiera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Todos se desviaron, a una se han corrompido, No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Todos van desviados, todos a una pervertidos: no hay quien haga el bien, no hay uno siquiera.

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Salmos 14:3
25 Tagairtí Cros  

¿Cómo puedes exigir pureza de quien nació impuro?


¡Cuánto menos uno como tú, corrupto y pecaminoso, que bebe el pecado como agua!


Me he apartado como oveja extraviada; ven y encuéntrame, porque no me he olvidado de tus mandamientos.


Las personas necias afirman que no hay Dios. Están corrompidas, sus obras son detestables; ¡no hay un solo individuo que haga lo bueno!


¡No me sometas a juicio! Porque, comparado contigo, nadie es perfecto.


Mis heridas se han infectado y apestan por causa de mi necedad.


Estos malvados nacieron pecadores; mienten desde el momento mismo de su nacimiento y se desvían.


El faraón, sus funcionarios y todo el pueblo de Egipto se levantaron en la noche. Y hubo amargo llanto en todo Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto.


El Señor hizo lo que Moisés le pidió, de modo que los tábanos desaparecieron por completo de la casa del faraón, y de las casas de sus funcionarios y del pueblo en general. Pero el faraón endureció su corazón nuevamente y no permitió que el pueblo fuera a adorar al Señor.


Y no hay en toda la tierra un ser humano que sea siempre bueno y no peque jamás.


Y descubrí que si bien Dios hizo íntegros a los hombres, cada cual se apartó para ir por su camino cuesta abajo.


Nosotros fuimos quienes nos extraviamos como ovejas, nosotros, quienes seguimos nuestro propio camino. ¡Pero Dios echó sobre él la culpa y los pecados de cada uno de nosotros!


Estamos completamente contaminados e inmundos de pecado. Todas nuestras buenas obras son como inmundos harapos. Como hojas de otoño nos decoloramos, nos marchitamos y caemos. Como viento, nos arrastran nuestros pecados.


Porque dos males ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí que soy fuente de agua viva, y han cavado para sí cisternas que no pueden ni siquiera retener agua.


Entonces será como si yo hubiera esparcido agua limpia sobre ustedes, porque serán limpios; su inmundicia será lavada, y sus homenajes a los ídolos será cosa del pasado.


Es así porque todos hemos pecado y no tenemos derecho a gozar de la gloria de Dios.


Lo digo para que se avergüencen. ¿Es que no hay nadie en la iglesia que sea lo suficientemente sabio para resolver las disputas entre cristianos?


Puesto que tenemos tan grandes promesas, amados hermanos, apartémonos del mal, ya sea mal corporal o espiritual. Así en el temor de Dios procuraremos ser completamente santos.


Nosotros mismos éramos así: obedecíamos los malos deseos de nuestra naturaleza y nos entregábamos a las perversidades de nuestras pasiones y malos pensamientos. Merecíamos ser castigados por la ira de Dios, como todos los demás.


Juró que nadie de esa generación viviría para ver las bondades de la tierra que había prometido a sus antepasados.


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