Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Proverbios 29:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

10 Los asesinos detestan a los honestos, y quieren matar al justo.

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto, Mas los rectos buscan su contentamiento.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Los sanguinarios odian a las personas intachables, pero los honrados procuran ayudarlas.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Los violentos aborrecen al hombre integro, los malvados tratan de perderle.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

10 Los sanguinarios aborrecen al hombre íntegro, Los rectos se preocupan por él.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Los sanguinarios odian al inocente, los rectos se preocupan por su vida.

Féach an chaibidil Cóip




Proverbios 29:10
24 Tagairtí Cros  

―¡Me has encontrado, enemigo mío! —exclamó Acab cuando vio a Elías. ―Sí —respondió Elías—, he venido, porque no haces otra cosa que ofender al Señor, pues solo sabes hacer lo malo.


Sí, aquí hay uno —dijo el rey Acab—, pero yo lo odio, porque jamás me profetiza algo bueno, sino todo lo malo. Su nombre es Micaías hijo de Imlá. ―¡Vamos! —respondió Josafat—. No digas tal cosa.


Guárdame de estos criminales, de estos asesinos.


El deseo cumplido trae alegría, pero el necio detesta alejarse del mal.


Los justos detestan a los malvados, y los malvados detestan a los justos.


Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará.


¿Habrán de pagarme mal por bien? Han armado una emboscada para matarme, por más que yo te haya hablado bien de ellos y haya procurado defenderlos de tu cólera.


lo izaron y después lo llevaron a la cárcel del palacio, en donde permaneció.


Cuando el etíope Ebedmélec, importante oficial del palacio, oyó que Jeremías estaba en la cisterna,


Jesús dijo: ―Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Mientras, echaban suertes para ver quién se quedaba con la ropa de Jesús.


No se trata de que yo necesite el testimonio de un hombre; más bien digo esto para que ustedes sean salvos.


Luego cayó de rodillas y gritó: ―¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y al terminar de pronunciar aquellas palabras, murió.


Amados hermanos, el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios es que el pueblo de Israel se salve.


«Lamento haber hecho rey a Saúl porque nuevamente me ha desobedecido». Samuel se apesadumbró cuando oyó lo que el Señor le dijo, tanto, que lloró delante de Dios toda aquella noche.


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí