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Proverbios 27:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

8 El hombre que se aleja de su hogar es como el pájaro que se aleja de su nido.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 El que se aleja de su hogar es como el ave que se aleja de su nido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Como un ave que vuela errante lejos de su nido, así es el hombre que anda lejos de su hogar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Como ave que vaga lejos de su nido, así es el hombre errante lejos de su hogar.

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Proverbios 27:8
17 Tagairtí Cros  

Al día siguiente, Abraham se levantó temprano, preparó alimentos para el viaje, ató una vasija de cuero con agua a las espaldas de Agar y la despidió junto con su hijo. Ella se fue y anduvo de un lado para otro por el desierto de Berseba.


Entonces Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir en la región de Nod —tierra de los errantes—, al oriente del Edén.


―¿Por qué? —le preguntó el faraón—. ¿Qué es lo que te falta aquí? ¿En qué te hemos defraudado? ―Todo es maravilloso —contestó—, pero aun así me gustaría regresar a mi tierra.


Al llegar allí, se metió en una cueva, para pasar la noche. Pero el Señor le dijo: ―¿Qué haces aquí, Elías?


El hombre que se aparta del sentido común va a parar entre los muertos.


Como gorrión que vuela sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a destino.


Hasta la miel empalaga al que está satisfecho; pero al que tiene hambre lo amargo le sabe dulce.


Las mujeres de Moab son dejadas en los bajos del río Arnón, como aves sin nido.


Pero Jonás no quiso ir. Al contrario, quiso huir de la presencia del Señor; por eso, fue hacia la costa, al puerto de Jope. Allí encontró un barco que iba hacia Tarsis. Pagó su pasaje y subió al barco para irse bien lejos de la presencia del Señor.


En general, las personas deben continuar siendo lo que eran cuando Dios las llamó.


Son como las olas del mar turbulento que arrojan a la playa la espuma de sus suciedades vergonzosas. Son como estrellas errantes a las que sólo les espera la más densa y eterna oscuridad.


Un día el profeta Gad le dijo a David que dejara la cueva y regresara a la tierra de Judá. Y David se fue al bosque de Jaret.


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