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Proverbios 22:17 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

17 Escucha las palabras del sabio; aplica tu corazón a mi enseñanza.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, Y aplica tu corazón a mi sabiduría;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Escucha las palabras de los sabios; aplica tu corazón a mi enseñanza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Abre tus oídos, escucha mis palabras, pon atención a mis enseñanzas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios, Y aplica tu corazón a mis enseñanzas,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Palabras de los sabios. Presta atención y escucha mis palabras, aplica tu corazón a mi doctrina:

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Proverbios 22:17
16 Tagairtí Cros  

¡Pueblo mío, oye mis enseñanzas! Abre tus oídos a lo que digo.


Enséñanos a contar bien nuestros días para que nuestro corazón se llene de sabiduría.


para recibir instrucción, prudencia, justicia y equilibrio;


Dedica tu corazón y tus oídos a la disciplina y al conocimiento.


También estos son dichos de los sabios: Es malo mostrar favor hacia alguien en el juicio.


Hijo mío no olvides nunca mis enseñanzas. Guarda mis mandamientos en tu corazón,


Las palabras del sabio son como aguijones que mueven a la acción. Destacan importantes enseñanzas. Los alumnos que captan lo que sus maestros dicen son listos.


Investigué por doquier resuelto a hallar sabiduría y la razón de las cosas, y a comprobar que la insensatez es maldad y la necedad locura.


En mi búsqueda de sabiduría observé lo que acontecía en toda la tierra: incesante actividad día y noche. Pude ver todo lo que Dios había hecho. El ser humano no puede comprender todo lo hecho por Dios en esta vida. Por más que se esfuerce por encontrarle sentido, no lo hallará; aun cuando el sabio diga conocerlo, en realidad no lo puede comprender.


He meditado profundamente en todo lo que ocurre en este mundo, en que los individuos tienen el poder de perjudicarse los unos a los otros. He visto los funerales de los malvados, y cuando sus amigos regresaban del cementerio, olvidadas todas las maldades del difunto, se le alababa en la misma ciudad en donde había cometido sus múltiples fechorías. ¡Qué absurdo!


Acudan a mí, y presten atención. Escuchen, porque está en juego su vida. Dispuesto estoy a firmar un pacto permanente con ustedes: hacer efectivas las promesas que le hice a David, mi rey amado.


Pero mientras hablaba, una nube resplandeciente los cubrió y una voz dijo desde la nube: «Este es mi Hijo amado; en él me complazco. Obedézcanlo».


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