13 »Cuando Efraín y Judá vean cuán enfermos están, Efraín acudirá al gran rey de Asiria para que le ayude, pero él no podrá ayudarlos ni sanarlos. También Judá buscará ayuda en un poderoso rey, quien tampoco lo ayudará.
13 Y verá Efraín su enfermedad, y Judá su llaga; irá entonces Efraín a Asiria, y enviará al rey Jareb; mas él no os podrá sanar, ni os curará la llaga.
13 Cuando Efraín vio su enfermedad, y Judá miró su llaga, Efraín fue para Asiria, y acudió° al rey adversario.° Pero él no podrá sanaros, ni la llaga se irá de vosotros.
Entonces el rey Pul, es decir, Tiglat Piléser, de Asiria, invadió la tierra, pero el rey Menajem lo compró con un regalo de treinta y tres mil kilos de plata, para que lo dejara seguir siendo rey de Israel. Para conseguir esa cantidad de plata, Menajem obligó a los ricos de Israel a entregar, como impuesto, medio kilo de plata. Entonces Tiglat Piléser se regresó a su tierra.
Fue durante su reinado que el rey Tiglat Piléser, de los asirios, dirigió un ataque contra Israel. Capturó las ciudades de Iyón, Abel Betmacá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí, y llevó al pueblo cautivo a Asiria.
Entonces el rey Acaz envió un mensajero al rey Tiglat Piléser, de Asiria, con el siguiente mensaje: «Soy tu siervo y amigo. Por favor, te ruego que vengas y me libres de los reyes de Siria y de Israel, que han venido a atacarme».
Ese ídolo, el dios becerro, será llevado a Asiria como un regalo para el gran rey. Se burlarán de Efraín por haber confiado en este ídolo; Israel quedará avergonzado.
»Efraín pone su confianza en lo que no sirve y tiene su esperanza en el país del este, pues hace alianzas con Asiria y envía regalos a Egipto para que le ayuden, pero será inútil. Sin cesar aumenta sus mentiras y sus actos de violencia».
Asiria no nos puede salvar, ni tampoco nuestra poderosa caballería; nunca más confiaremos en los ídolos que hemos hecho con nuestras manos, pues solamente en ti, Señor, los huérfanos encuentran misericordia».
Se empeñará en correr tras sus amantes, pero no los alcanzará. Los buscará, pero no los encontrará. Entonces pensará: “Quizás sea mejor que vuelva a mi marido, pues me iba mejor con él que con mis amantes”.
El motivo de mi tristeza es que Samaria ha sido herida de muerte, y no hay remedio que la cure. Y lo peor es que su mal ha llegado hasta Judá. ¡Se ha extendido hasta la entrada de Jerusalén, que es mi pueblo!