Nehemías 7:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008
3 Les di órdenes de no abrir las puertas de Jerusalén hasta mucho después de la salida del sol, y de cerrarlas y asegurarlas mientras los guardias estuvieran aún en sus puestos. Además, a los guardias residentes en Jerusalén les ordené permanecer en sus puestos en horarios regulares, y a cada persona que tenía casa junto a la muralla le impuse el deber de proteger la sección que estaba frente a su casa.
3 y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno delante de su casa.
3 Les dije: «No dejen abiertas las puertas durante las horas más calurosas del día; y aun mientras los porteros estén de guardia, mantengan las puertas cerradas con las barras puestas. Asignen a los residentes de Jerusalén para que hagan guardia cada uno con un turno regular. Algunos servirán en puestos de centinela y otros frente a su propia casa».
3 Les dije: 'Las puertas de Jerusalén serán abiertas sólo cuando el sol comience a calentar, y aun cuando este esté todavía en lo alto del cielo, se deberán cerrar las puertas y ponerles candado. Se dispondrán turnos de guardia entre los habitantes de Jerusalén; unos permanecerán en sus puertas y otros delante de su casa.
3 Les dije: Las puertas de Jerusalem no serán abiertas hasta que caliente el sol. Aunque los porteros° estén presentes, las puertas permanecerán cerradas y atrancadas; y sean apostados vigías de entre los habitantes de Jerusalem, cada cual en su vigilia, y cada uno frente a su propia casa.
3 Les dije: 'No se abrirán las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y se cerrarán y se echarán los cerrojos cuando el sol esté aún alto. Los habitantes de Jerusalén mantendrán la guardia, unos en su puesto y otros delante de su casa'.
Ordené que se cerraran las puertas de la ciudad a la caída de la tarde, antes de que empezara el sábado, y que no se abrieran hasta que hubiera pasado el día de reposo. Además, envié a algunos de mis siervos para que vigilaran las puertas, de modo que impidieran que alguna mercadería pudiera ser introducida en la ciudad en el día de reposo.
ordené asumir el gobierno de Jerusalén a mi hermano Jananí y a Jananías, el comandante de la fortaleza, hombre muy fiel que temía a Dios, más que cualquier otro en el pueblo.
Porque la ciudad era grande, pero la población era pequeña, y había sólo unas pocas viviendas esparcidas a través de la ciudad, pues aún no se habían reconstruido todas las casas.