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Nehemías 13:13 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

13 Puse a cargo de la administración de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y al levita Pedaías, y les puse como ayudante a Janán hijo de Zacur y nieto de Matanías. Estos hombres tenían excelente reputación, y su responsabilidad era hacer una distribución justa entre todos sus compañeros levitas.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Y puse por mayordomos de ellos al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías; y al servicio de ellos a Hanán hijo de Zacur, hijo de Matanías; porque eran tenidos por fieles, y ellos tenían que repartir a sus hermanos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Como supervisores de los depósitos asigné al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y a Pedaías, uno de los levitas. Como ayudante de ellos nombré a Hanán, hijo de Zacur y nieto de Matanías. Estos hombres gozaban de una excelente reputación, y su tarea consistía en hacer distribuciones equitativas a sus compañeros levitas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Encargué los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc, y al levita Pedaías y les di como ayudante a Janán hijo de Zacur, hijo de Matanías, porque tenían fama de ser honrados. Les encargué la repartición a sus hermanos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Y puse por tesoreros a cargo de los depósitos al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías. Junto a ellos estaba Hanán ben Zacur, hijo de Matanías, porque eran considerados fieles, y les correspondió repartir entre sus hermanos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Nombré encargados de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y al levita Pedayas, y como adjunto de ellos, a Janán, hijo de Zacur, hijo de Matanías, pues tenían fama de personas honradas. Corría a su cargo hacer el reparto entre sus hermanos.

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Nehemías 13:13
20 Tagairtí Cros  

A los administradores de la construcción no se les pedía cuentas del dinero, porque eran hombres honestos y fieles.


Sin embargo, el dinero que se daba para ofrendas por la culpa y por el pecado no se llevaba al templo del Señor, sino que se entregaba a los sacerdotes para su uso personal.


Los administradores de la construcción no tienen que dar cuenta del dinero, porque son hombres honrados».


Un sacerdote, descendiente de Aarón, debía estar con los levitas en el momento en que estos recogieran los diezmos. Los levitas, por su parte, sacarían la décima parte de estos diezmos y la depositarían en los almacenes del templo de nuestro Dios.


El supervisor de los levitas en Jerusalén era Uzi hijo de Baní, hijo de Jasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, descendiente de Asaf. El clan de Asaf tenía a su cargo el canto en el templo. Fue el rey David quien estableció, por decreto, las tareas de cada día para los cantores.


Los sacerdotes que tocaban las trompetas eran Zacarías hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf; Semaías, Azarel, Milalay, Guilalay, May, Natanael, Judá, y Jananí (usaban los instrumentos musicales del rey David). El sacerdote Esdras dirigió esta procesión.


En aquel día se nombraron a las personas que se harían cargo de los tesoros, las ofrendas mecidas, los diezmos y las primicias. Tendrían la tarea de recolectarlas de los campos pertenecientes a las poblaciones, como lo estipulan las leyes de Moisés. Estas ofrendas estaban destinadas a los sacerdotes y levitas, porque el pueblo de Judá los apreciaba mucho por el servicio que ofrecían.


Jananías hijo de Selemías, y Janún, el sexto hijo de Salaf, reconstruyeron el siguiente tramo. Mesulán hijo de Berequías reedificó la parte de la muralla que estaba frente a su casa.


ordené asumir el gobierno de Jerusalén a mi hermano Jananí y a Jananías, el comandante de la fortaleza, hombre muy fiel que temía a Dios, más que cualquier otro en el pueblo.


El Señor le respondió: ―¿Quién es el mayordomo fiel y atento al que su señor deja encargado de los otros sirvientes para darles la comida a tiempo?


Pero con la rápida multiplicación de los creyentes, empezaron las murmuraciones. Los que sólo hablaban griego se quejaban contra los de habla aramea, de que sus viudas sufrían discriminación en la distribución diaria de los alimentos.


Por lo tanto, hermanos, seleccionen de entre ustedes a siete hombres sabios, llenos del Espíritu Santo y que gocen de buena reputación, y pongámoslos al frente de este trabajo.


Ahora bien, lo más importante en un siervo es que demuestre que es digno de confianza.


Mil gracias doy a Cristo Jesús, nuestro Señor, por escogerme como uno de sus mensajeros y darme la fortaleza necesaria para serle fiel.


Primero deben ser puestos a prueba, y después, si no hay nada malo de qué acusarlos, que sirvan como diáconos.


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