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Mateo 28:9 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

9 Mientras corrían, Jesús les salió al encuentro. ―¡Buenos días! —les dijo. Ellas cayeron sobre sus rodillas y, abrazándole los pies, lo adoraron.

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Biblia Reina Valera 1960

9 he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Mientras iban, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas corrieron hasta él, abrazaron sus pies y lo adoraron.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: 'Paz a ustedes. Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y° he aquí Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas se acercaron y se postraron ante Él y abrazaron sus pies.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y de pronto, Jesús les salió al encuentro y las saludó: '¡Salve!'. Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron.

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Mateo 28:9
18 Tagairtí Cros  

Acoges con agrado a quienes alegremente hacen el bien, a quienes van por sendas santas. Pero no somos santos; somos y hemos sido pecadores toda la vida. Por lo tanto, tu ira pesa sobre nosotros. ¿Cómo podrán salvarse las personas que son como nosotros?


Los otros discípulos, maravillados, se arrodillaron y le dijeron: ―¡No cabe duda de que eres el Hijo de Dios!


Y cuando andan por las calles, les gusta que les digan: “¡Rabí, rabí!”.


―No teman —les dijo Jesús—. Digan a mis hermanos que salgan en seguida hacia Galilea, y allí me hallarán.


Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos no estaban completamente convencidos de que en realidad era Jesús.


Las mujeres, llenas de espanto y alegría a la vez, corrieron a buscar a los discípulos para darles el mensaje del ángel.


El ángel entró donde ella estaba y le dijo: ―¡Te saludo, a ti que has recibido la bendición de Dios! El Señor está contigo.


Los discípulos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén llenos de alegría.


Se colocó, llorando, a los pies de Jesús, y con sus lágrimas se los mojaba. Luego se los secaba con sus cabellos, se los besaba y se los ungía con el perfume.


Entonces, María tomó un frasco como de medio litro de perfume de nardo puro, que era muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.


El primer día de la semana por la tarde, mientras los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús. Se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: ―¡La paz sea con ustedes!


Tomás dijo: ―¡Señor mío y Dios mío!


Concluyo con estas palabras: Estén contentos, busquen su restauración, consuélense, vivan en paz y armonía, y el Dios de amor y paz estará con ustedes.


Obligaré a los de la sinagoga de Satanás, que dicen mintiendo que son míos, a postrarse a tus pies y reconocer que te amo.


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