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Mateo 16:27 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

27 Yo, el Hijo del hombre, vendré con los ángeles en la gloria de mi Padre y juzgaré a cada persona según sus obras.

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Biblia Reina Valera 1960

27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Sepan que el Hijo del Hombre vendrá con la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Porque el Hijo del Hombre está al venir en la gloria de su Padre con sus ángeles,° y entonces recompensará a cada uno según su conducta.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces dará a cada uno conforme a su conducta.

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Mateo 16:27
45 Tagairtí Cros  

Por el contrario, castiga a los pecadores.


que el amor, Señor, es tuyo. Ciertamente tú pagarás a cada uno según lo que se merezcan sus obras.


Pues aunque digas que no sabías nada, el que conoce los corazones, el que vigila tu vida, sí lo sabrá. Él paga a cada uno según sus obras.


Entonces me dije: «A su tiempo juzgará Dios cuanto hace la gente: lo bueno y lo malo».


Sólo el Señor lo conoce, porque el examina con cuidado todos los corazones y examina los más ocultos móviles de las personas para poder dar a cada cual su recompensa según sus hechos, según como haya vivido.


Tienes gran sabiduría y realizas poderosos milagros, porque tu atención está puesta en todo lo que hace la gente y recompensas a cada cual según su vida y sus hechos.


Aquel que comete maldades es el que muere. El hijo no será castigado por las maldades de su padre, ni el padre por las de su hijo. El justo será recompensado por su propia bondad y el perverso castigado por su propia maldad.


Los sacerdotes y sabios consejeros, los reyes y los príncipes, todos estarán impotentes, llorando con desesperación. El pueblo temblará horrorizado, porque yo traeré sobre ellos el mal que ellos han provocado, y les daré su justo merecido. Así aprenderán que yo soy el Señor».


un río de fuego procedía de delante de él. Millones de ángeles estaban a su servicio y otros cientos de millones estaban parados delante de él. Luego la corte comenzó su sesión y los libros del juzgado divino fueron abiertos.


Entonces ustedes podrán escapar por aquel valle, hacia Asal. Sí, huirán como lo hicieron sus antepasados hace muchos años, cuando hubo un terremoto en tiempos de Uzías, rey de Judá. Y entonces vendrá el Señor mi Dios, y todos sus santos le acompañarán.


enviaré a mis ángeles a arrancar del reino a los que tientan a los demás y a los que hacen el mal.


Así sucederá cuando llegue el fin del mundo. Los ángeles vendrán y separarán a los malos de los justos


Entonces aparecerá en el cielo la señal de mi venida, y el mundo entero se ahogará en llanto al verme llegar en las nubes del cielo con poder y gran gloria.


»Cuando yo, el Hijo del hombre, venga en todo mi esplendor junto con los ángeles, me sentaré en mi trono de gloria


―Sí —le respondió Jesús—. Soy el Mesías. Y un día me verás a mí, el Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios y regresando en las nubes del cielo.


―Las zorras tienen guaridas y las aves nidos —le respondió Jesús—; pero yo, el Hijo del hombre, no tengo ni dónde recostar la cabeza.


Jesús le dijo: ―Sí, yo soy. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y bajando en las nubes del cielo.


Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje en medio de esta gente incrédula y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


Entonces verán al Hijo del hombre que viene en una nube con gran poder y gloria.


Pero de ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios Todopoderoso.


Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.


Jesús le contestó: ―Si quiero que él siga vivo hasta que yo regrese, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.


Por eso, entre los hermanos corrió el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría. Él dijo: «Si quiero que él siga vivo hasta que yo regrese, ¿qué te importa a ti?».


―Galileos —les dijeron—, ¿por qué se han quedado mirando al cielo? Jesús regresará de la misma forma en que lo han visto ascender al cielo.


Sí, cada uno tendrá que dar cuentas a Dios de sus actos.


le dará a cada uno el pago que se merece.


Todo, sin embargo, en su debido orden: Cristo resucitó primero; luego, cuando venga Cristo, resucitará su pueblo.


El día del juicio se sabrá qué material han empleado los constructores. Cada obra será pasada por fuego, para que se sepa la calidad del trabajo de cada uno.


Recuerden que a Dios no le importa si los comemos o no. No somos peores si los comemos ni mejores si no los comemos.


Un día tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, y seremos juzgados. Cada uno recibirá lo que merezca por las buenas o las malas cosas que haya hecho mientras estaba en el cuerpo.


Recuerden que el Señor nos dará a cada uno según el bien que hayamos hecho, seamos esclavos o libres.


Pero el que hace lo malo, recibirá como pago el mal que hizo, porque Dios no tiene preferidos.


También cuentan cómo ustedes esperan que Jesús regrese del cielo: él, que es el Hijo amado de Dios, a quien Dios resucitó y quien nos libra del castigo que viene.


El Señor mismo bajará del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que murieron creyendo en él, serán los que resuciten primero.


Por eso, hermanos, tengan paciencia hasta que el Señor venga. Sean como el agricultor que espera a que la tierra dé su precioso fruto y aguarda con paciencia las temporadas de lluvia.


Ya que ustedes dicen que es su Padre el que juzga las obras de cada uno sin tener favoritos, entonces vivan dándole la honra mientras estén de paso por este mundo.


Y ahora, queridos hijos, permanezcan en comunión con el Señor, para que, cuando vuelva, puedan presentarse delante de él seguros y sin tener de qué avergonzarse.


Enoc, que fue el séptimo desde Adán, profetizó de ellos lo siguiente: «Miren, el Señor viene con millares y millares de ángeles


¡Miren! ¡Viene en las nubes, ante los ojos de la humanidad entera, y hasta los que lo traspasaron lo verán! Y las naciones de la tierra llorarán de pesar por él. ¡Amén! ¡Que así sea!


Y a los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo escudriño la mente y el corazón y que a cada uno le doy su merecido.


Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron entonces los libros; y se abrió también el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con lo que estaba escrito en los libros, según sus obras.


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