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Jueces 12:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 le decían: «Di: “Shibolet”». Si no podía pronunciar la «sh» y decía «Sibolet» en vez de «Shibolet», le echaban mano y lo degollaban. Así murieron cuarenta y dos mil hombres de Efraín.

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Biblia Reina Valera 1960

6 entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 ellos le pedían que pronunciara la palabra «shibolet». Si era de Efraín, diría «sibolet», porque a la gente de Efraín le cuesta pronunciar bien esa palabra. Entonces se lo llevaban y lo mataban en los vados del Jordán. En total mataron a cuarenta y dos mil de la tribu de Efraín en esos días.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 entonces le decían: '¡Di Chibolet!' y si pronunciaba 'Sibolet' (porque no podían pronunciar correctamente) lo tomaban y lo degollaban en el vado del Jordán. Cuarenta y dos mil hombres de Efraín fueron muertos ese día.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 entonces le decían: Di ahora, Shibolet;° y él decía Sibolet,° porque no acertaba a pronunciarlo correctamente; entonces lo sujetaban y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Y en aquel entonces cayeron cuarenta y dos mil de los de Efraín.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 los galaaditas le replicaban: 'Di 'shibbólet''; pero él pronunciaba 'sibbólet', porque no acertaba con la pronunciación correcta. Entonces los de Galaad lo prendían y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Cayeron así en aquella ocasión cuarenta y dos mil hombres de Efraín.

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Jueces 12:6
12 Tagairtí Cros  

No dejes que la corriente me arrastre, ni que el abismo me trague, ni que la fosa me devore.


Cada vez me hundo más en el lodo, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de aguas profundas y la corriente me arrastra.


Empezar una pelea es como abrir las compuertas de un río; así que mejor no la empieces.


Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada, los litigios son como cerrojos de ciudadelas.


Es agradable oír las palabras sabias; pero los labios del necio lo llevan a la ruina. Puesto que su premisa es necia; su conclusión es locura.


Pero vendrá el tiempo en que uno por uno los recogerá el Señor como quien escoge granos con la mano, seleccionándolos de aquí y de allá de entre su gran era que se extiende desde el río Éufrates hasta los límites de Egipto.


Jesús, que sabía lo que estaban pensando, les dijo: «Un reino dividido acaba por destruirse. Una ciudad o una familia divididas no pueden durar.


Pero al poco rato se le acercaron los que por allí andaban y le dijeron: ―No puedes negar que eres uno de los discípulos de ese hombre. ¡Hasta tu manera de hablar te delata!


Él lo negó otra vez. Poco después, esos mismos le dijeron a Pedro: ―Por supuesto que tú eres uno de ellos, pues también eres galileo.


Pero si en vez de hacerlo se muerden y se comen unos a otros, ¡cuidado no sea que acaben por consumirse unos a otros!


Tomó los vados del Jordán y cada vez que un fugitivo de Efraín trataba de cruzar el río los de Galaad le preguntaban: ―¿Eres miembro de la tribu de Efraín? Si respondía que no,


Jefté fue juez de Israel durante seis años. Cuando murió fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.


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