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Juan 9:24 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

24 Los judíos llamaron una vez más al que había sido ciego, y le dijeron: ―Júralo por Dios. Nosotros sabemos que este hombre es pecador.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron: —Es Dios quien debería recibir la gloria por lo que ha pasado, porque sabemos que ese hombre, Jesús, es un pecador.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 De nuevo los fariseos volvieron a llamar al hombre que había sido ciego y le dijeron: 'Confiesa la verdad; nosotros sabemos que ese hombre que te sanó es un pecador.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Llamaron, pues, por segunda vez al hombre que había sido° ciego, y le dijeron: ¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: 'Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador'.

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Juan 9:24
22 Tagairtí Cros  

Confiesen pues, sus pecados al Señor, Dios de sus padres, y hagan lo que él les pide, es decir, sepárense del pueblo pagano que está alrededor de ustedes, y de esas mujeres.


Escuchen las palabras de Dios, todos los que le temen y tiemblan ante sus palabras: Sus hermanos los odian y los desechan por ser leales a mi nombre. «Den gloria a Dios», dicen burlándose, «gócense en el Señor». Pero ellos serán avergonzados debido a estas burlas.


Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.


Por eso, los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a murmurar: Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.


Al ver esto, todos empezaron a murmurar: ―Se fue a quedar en la casa de un pecador.


Cuando el fariseo que había invitado a Jesús vio esto pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer que tiene mala fama».


Ya no hablaré mucho con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene poder sobre mí,


A ustedes los echarán fuera de las sinagogas; y llegará el día en que cualquiera que los mate pensará que le está prestando un servicio a Dios.


Ellos contestaron: ―Si no fuera un criminal, no te lo habríamos traído.


Al verlo, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron: ―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilato les respondió: ―Llévenselo y crucifíquenlo ustedes. Yo no creo que sea culpable de nada.


para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que se niega a honrar al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió.


¿Quién de ustedes me puede probar que he pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen?


Jesús les respondió: ―No tengo ningún demonio. Lo único que hago es honrar a mi Padre. Ustedes en cambio, me deshonran a mí.


Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de parte Dios, porque no respeta el sábado». Pero otros decían: «¿Cómo puede un pecador hacer señales milagrosas como esta?». Y no llegaban a ningún acuerdo entre ellos.


El hombre respondió: ―Yo no sé si es pecador. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo.


La ley no pudo liberarnos porque nuestra naturaleza pecaminosa anuló su poder. Pero Dios envió a su propio Hijo con un cuerpo humano igual en todo al nuestro para entregarlo en sacrificio por nuestros pecados, y así destruyó el dominio del pecado sobre nosotros.


Dios tomó a Cristo, que no tenía pecado, y puso sobre él nuestros pecados, para declararnos justos por medio de Cristo.


Josué entonces le dijo a Acán: ―Hijo mío, da gloria al Dios de Israel y haz tu confesión. Dime lo que has hecho.


En aquel preciso instante, un terrible terremoto sacudirá la tierra y una décima parte de la ciudad se derrumbará dejando un saldo de siete mil muertos. Los sobrevivientes, llenos de espanto, glorificarán al Dios del cielo.


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