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Juan 18:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

18 Como hacía frío, los criados y los guardias habían hecho una fogata para calentarse. Todos estaban de pie alrededor de la fogata, y Pedro también estaba con ellos calentándose.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

18 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Como hacía frío, los sirvientes de la casa y los guardias habían hecho una fogata con carbón. Estaban allí de pie, junto al fuego, calentándose, y Pedro estaba con ellos, también calentándose.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Los sirvientes y los guardias tenían unas brasas encendidas y se calentaban, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos y se calentaba.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Y los siervos y los alguaciles, que habían preparado un brasero, estaban° de pie y se calentaban, pues hacía frío. Y Pedro también estaba con ellos, de pie y calentándose.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Estaban allí los criados y los guardias, que habían hecho unas brasas para calentarse, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos, de pie, calentándose.

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Juan 18:18
16 Tagairtí Cros  

No quiero participar de sus planes malvados, ni estar en sus reuniones. En su ira asesinaron hombres y por diversión desjarretaron toros.


Al llegar allí, se metió en una cueva, para pasar la noche. Pero el Señor le dijo: ―¿Qué haces aquí, Elías?


Dichosos todos aquellos que no siguen el consejo de los malvados, ni se detienen en la senda de los pecadores, ni cultivan la amistad de los blasfemos,


El que anda con sabios, será sabio; al que anda con necios, lo lastimarán.


Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote. Allí estaba sentado con los guardias, calentándose junto al fuego.


vio a Pedro calentándose, lo miró detenidamente y le dijo: ―Tú también estabas con ese nazareno, el que se llama Jesús.


Estaba tan angustiado, que se puso a orar con más intensidad, y su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre.


Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose. Le preguntaron: ―¿No eres tú uno de sus discípulos? Pedro, negándolo, dijo: ―No lo soy.


Así que Judas llegó al huerto, al frente de una tropa de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los fariseos. Iban armados y llevaban antorchas y lámparas.


Al bajar a tierra, vieron una fogata con un pescado encima, y pan.


Una vez libres, Pedro y Juan fueron en busca de los demás discípulos y les contaron lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.


No se dejen llevar por los que dicen tales cosas. «Las malas amistades, echan a perder las buenas costumbres».


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