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Jonás 1:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Pero Jonás no quiso ir. Al contrario, quiso huir de la presencia del Señor; por eso, fue hacia la costa, al puerto de Jope. Allí encontró un barco que iba hacia Tarsis. Pagó su pasaje y subió al barco para irse bien lejos de la presencia del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor. Descendió al puerto de Jope donde encontró un barco que partía para Tarsis. Pagó su pasaje, subió a bordo y se embarcó rumbo a Tarsis con la esperanza de escapar del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Se levantó Jonás, pero fue para huir a Tarsis, lejos de la presencia de Yavé. Descendió a Jafa, donde encontró un barco que salía para Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos del rostro de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Pero Jonás se levantó para huir de la presencia de YHVH a Tarsis.° Y bajando a Jope,° halló una nave que partía a Tarsis. Pagó el precio y se embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Pero Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de la presencia de Yahveh. Bajó a Jope y encontró una nave a punto de zarpar hacia Tarsis. Pagó el pasaje y se embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Yahveh.

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Jonás 1:3
35 Tagairtí Cros  

Aquella tarde, a la hora en que sopla la brisa, el hombre y la mujer oyeron que Dios andaba por el jardín. Entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios el Señor no los viera.


Entonces Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir en la región de Nod —tierra de los errantes—, al oriente del Edén.


Elías entonces huyó para salvar su vida. Se fue a Berseba, ciudad de Judá, y dejó a su siervo allí.


Al llegar allí, se metió en una cueva, para pasar la noche. Pero el Señor le dijo: ―¿Qué haces aquí, Elías?


»Por consiguiente, envíame el trigo, la cebada, el aceite de oliva y el vino que mencionas,


y comenzaremos a cortar la madera de las montañas del Líbano, en la cantidad que necesitas, y a llevártela por mar, en balsas, hasta Jope, y desde allí tú te encargarás de conducirla hasta Jerusalén».


Cada tres años el rey enviaba sus barcos a Tarsis, usando como tripulación a marineros proporcionados por el rey Hiram, para traer oro, plata, marfil, monos y pavos reales.


Luego contrataron albañiles y carpinteros, y compraron madera de cedro de Tiro y Sidón, lo que pagaron con alimentos, vino y aceite de oliva. La madera de cedro la llevaban desde el Líbano y por el mar hasta Jope, tal como lo había ordenado el rey Ciro, de Persia.


El Señor replicó al ángel acusador: ―Tienes permiso para hacer con su riqueza lo que quieras; pero no lo perjudiques en su cuerpo. Entonces el ángel acusador se fue; y como era de esperarse, no mucho después, en un banquete que los hijos e hijas de Job tuvieron en casa del hermano mayor, ocurrió la tragedia.


Entonces el ángel acusador salió de la presencia del Señor e hizo brotar en Job dolorosas llagas desde la cabeza hasta los pies.


Algunos se hicieron a la mar en barcos; navegando las rutas comerciales del mundo.


y todos los orgullosos navíos del océano y barcas de cabotaje. En aquel día todos serán quebrantados ante el Señor.


Este es el mensaje de Dios para Tiro: ¡Lloren, naves de Tarsis que regresan de tierras lejanas! ¡Lloren por su puerto, porque ha desaparecido! Los rumores que oyeron en Chipre eran verdaderos.


¡A la mar, a la mar, naves de Tarsis, que ya no tienen puerto!


Huyan llorando a Tarsis, hombres de Tiro.


He reservado los navíos de muchos países, los mejores de ellos, para traer a los habitantes de Jerusalén de lejanas tierras, y a sus riquezas con ellos. Porque el Señor, el Santo de Israel, renombrado en todo el mundo, los ha enaltecido a los ojos de todos.


Traen de Tarsis plata laminada y de Ufaz traen oro, lo dan a hábiles orfebres que les hacen sus ídolos, luego visten esos ídolos de mantos de púrpura real, obra de expertos sastres. ¡Los ídolos sólo son productos hechos por artesanos!


Escucha, hombre mortal, lo que yo te diré. ¡No seas tú también rebelde! ¡Abre la boca y come lo que te daré!».


De Tarsis proceden toda clase de riquezas para tus mercados: plata, hierro, estaño y plomo.


El Espíritu me alzó por los aires. Yo iba lleno de amargura e ira, pero la mano del Señor me tenía agarrado con gran fuerza.


Se quejó de ello ante el Señor: ―Señor, esto es exactamente lo que pensé que harías, cuando todavía estaba en mi tierra y me dijiste que viniera a Nínive. Por esta razón hui a Tarsis. Yo sabía que eres un Dios compasivo, misericordioso, que te cuesta mucho enojarte y que eres lleno de bondad. Yo sabía que con facilidad dejarías la idea de destruir a este pueblo.


Jesús le respondió: ―El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no es útil para el reino de Dios.


pero a Pablo no le agradó la idea, porque Juan los había abandonado en Panfilia, y no había seguido con ellos en el trabajo.


»Por lo tanto, oh rey Agripa, no desobedecí esa visión del cielo.


En la ciudad de Jope vivía una mujer llamada Tabita (que significa Dorcas), discípula que siempre estaba haciendo algo por los demás, especialmente por los pobres.


Al enterarse los discípulos de que Pedro andaba cerca de Lida, enviaron a dos hombres a rogarle que fuera a Jope.


Y cuando la noticia se esparció por el pueblo, muchos creyeron en el Señor.


Pedro permaneció varios días en Jope en casa de Simón el curtidor.


No me enorgullezco de predicar las buenas noticias, porque tengo esa encomienda como una obligación y ¡ay de mí si no anuncio el evangelio!


Esos sufrirán la pena de la destrucción eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder.


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