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Job 5:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

5 Sus cosechas son robadas, y sus riquezas son bebida de muchos, pero no de sus dueños.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Su mies comerán los hambrientos, Y la sacarán de entre los espinos, Y los sedientos beberán su hacienda.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Su cosecha la devoran los hambrientos, aun cuando esté rodeada de zarzas; los sedientos jadean tras su riqueza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Hambrientos les robaban sus cosechas, llevándolas a sus escondites. Se les arrebatarán sus bienes y los sedientos tomaban sus bienes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Su cosecha la devoran los hambrientos Sacándola aun de entre los espinos, Y el tramposo sorbe su fortuna.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 su cosecha se la come un hambriento o se la quita de entre los dientes, y gente sedienta le absorbe la hacienda.

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Job 5:5
20 Tagairtí Cros  

Entonces Dios envió a los ejércitos asirios, los que capturaron a Manasés y se lo llevaron atado con grillos y cadenas de bronce a Babilonia.


No había terminado este, cuando otro mensajero entró corriendo. ―Tres bandas de caldeos se llevaron sus camellos y mataron a sus siervos. ¡Sólo yo escapé para contárselo!


Los ladrones prosperan. ¡Y los que provocan a Dios viven confiados y piensan que pueden controlarlo!


―Bien, ¿te fijaste en mi siervo Job? —preguntó el Señor—. Es el mejor hombre de toda la tierra; hombre que me teme y se abstiene de todo mal. Ha mantenido su fe en mí no obstante haberme incitado tú a que te dejara perjudicarlo sin causa alguna.


Vomitará los despojos que tragó, Dios no le permitirá que los retenga.


»Cuando esté en la cumbre de su poderío, se meterá en dificultades; todos los malvados lo destruirán.


Por eso es que ahora estás rodeado de trampas, de repentinos temores, de tinieblas y oleadas de terror.


Que los acreedores se apoderen de todas sus propiedades y los extraños tomen cuanto ha ganado.


El Señor le juró solemnemente a Jerusalén: ¡Jamás volveré a entregarte en manos de tus enemigos, jamás volverán soldados extranjeros a arrebatarte el trigo y el vino!


Los judíos de Babilonia dicen: «Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos ha explotado exprimiendo y devorando nuestra fuerza, nos ha absorbido como si fuera un enorme monstruo, se ha llenado el estómago con nuestras riquezas y nos ha echado de nuestra patria. ¡Que Babilonia reciba su merecido por todo lo que nos hizo! ¡Que reciba la justa paga por toda nuestra sangre que derramó!».


Yo castigaré a Bel, el dios de Babilonia, y le sacaré de la boca lo que ha devorado. Ya las naciones no acudirán a rendirle homenaje; ha caído la muralla que protegía a Babilonia.


Todos tus enemigos abren la boca para hablar mal de ti; rechinando los dientes, se burlan diciendo: «¡La hemos destruido al fin! ¡Ha llegado el día que tanto esperábamos! ¡Por fin podemos verlo!».


El Señor ha tratado a Israel como a un enemigo, destruyéndolo. Ha derribado sus torres de defensa y sus palacios. Ha traído llanto y tristeza sin fin a la capital de Judá.


»Ellos han sembrado viento y cosecharán torbellino. Sus tallos de trigo permanecen secos, no tienen granos; y si les llegaran a quedar algunos, los extranjeros se los comerán.


Una nación extranjera de la cual ni siquiera has oído se comerá las cosechas que con tanto trabajo cultivaste. Estarás siempre oprimido y explotado.


Comerán de lo que haya en tu casa hasta que se hayan agotado el ganado y las cosechas. Desaparecerá el grano, el vino nuevo, los cabritos y los corderos.


Un día el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofra, en las tierras de Joás el abiezerita. Y su hijo Gedeón había estado trillando el trigo a mano en el fondo de un lagar para esconderlo de los madianitas.


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