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Jeremías 4:9 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

9 En aquel día, dice el Señor, el rey y los príncipes temblarán de miedo, y los sacerdotes y profetas estarán horrorizados.

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Biblia Reina Valera 1960

9 En aquel día, dice Jehová, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 «En aquel día —dice el Señor—, el rey y los funcionarios temblarán de miedo. Los sacerdotes quedarán paralizados de terror y los profetas, horrorizados».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Ese día, dice Yavé, desfallecerá el corazón del rey y de los jefes; los sacerdotes temblarán de miedo, y los profetas, de espanto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y sucederá en aquel día, dice YHVH, Que desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, Y los sacerdotes estarán atónitos y los profetas, consternados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Aquel día -oráculo de Yahveh- fallará el corazón del rey y el corazón de los jefes; se consternarán los sacerdotes y se pasmarán los profetas.

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Jeremías 4:9
20 Tagairtí Cros  

Aquella noche, el rey y sus hombres de guerra abrieron una brecha en el muro y huyeron hacia el Arabá, a través de una puerta que había entre el doble muro, junto al jardín del rey. Las fuerzas babilónicas que rodeaban la ciudad lo persiguieron y lo capturaron en la llanura de Jericó, y todos sus hombres se dispersaron.


Mi corazón está enfermo y se marchita como la hierba; ¡hasta he perdido el apetito!


En aquel día los egipcios serán tan débiles como mujeres, temblando de miedo ante el puño alzado de Dios.


Sus sabios consejeros ya no hallan qué hacer. Piden sabiduría a sus ídolos, consultan a médium, hechiceros y brujas para que los orienten.


Una y otra vez volverá aquel torrente y los arrastrará hasta que finalmente comprendan con horror lo verdaderas que son mis advertencias».


Como el ladrón, la única vergüenza que Israel conoce es que lo atrapen. Reyes, príncipes, sacerdotes y profetas, en esto son iguales. A un poste labrado lo llaman padre suyo, y tienen por madre un ídolo labrado en piedra. ¡Pero cuando le llegan los tiempos de angustia es a mí a quien recurren pidiendo salvación!


Lloren y giman, malos pastores; golpéense la cabeza contra las piedras los líderes de las naciones, porque ha llegado el tiempo de su destrucción y dispersión. Caerán como frágiles objetos destinados a ser destruidos.


¿Dónde están ahora aquellos profetas que te decían que el rey de Babilonia no vendría?


Sus ciudades han sido destruidas, sus fortalezas defensivas han sido tomadas. A sus más fuertes guerreros les tiembla el corazón de miedo como a mujer ante los dolores del parto.


los profetas anunciando mentiras y los sacerdotes muy contentos apoyándolos. Y al pueblo parece que le gusta esta situación. ¡¿Dónde irá a parar toda esta locura?!


los de la ciudad abrieron un boquete en el muro y por la noche huyeron todos los soldados pasando junto a la puerta que hay entre los dos muros cerca de los jardines del rey (pues la ciudad estaba sitiada por los caldeos), y veloces se escurrieron por los campos hacia el Arabá.


»“Miren, asómbrense y perezcan, burlones. Porque en los días de ustedes estoy realizando una obra que no creerán cuando alguien se la anuncie”».


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