Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Jeremías 35:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 al templo, al aposento dedicado a Janán el profeta, hijo de Igdalías. Este aposento estaba contiguo al que usaba el dignatario del palacio, directamente encima del aposento de Maseías, hijo de Salún, quien era el guarda de la entrada.

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

4 y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, varón de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de Maasías hijo de Salum, guarda de la puerta.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Los llevé al templo y fuimos a la habitación asignada a los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta habitación se encontraba junto a la que usaban los funcionarios del templo, encima de la habitación de Maaseías, hijo de Salum, el portero del templo.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

4 y los llevé a la Casa de Yavé, al departamento de Ben Yojanán, hijo de Jegdelías, hombre de Dios; ése está al lado del departamento de los jefes y encima del que tiene Masías, hijo de Selum, guardián de la puerta.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

4 y los llevé a la Casa de YHVH, al aposento de los hijos de Hanán ben Igdalías, varón de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, sobre el aposento de Maasías ben Salum, guarda de la puerta.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 y los llevé al templo de Yahveh, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Yigdalías, hombre de Dios, que está junto a la sala de los príncipes, por encima de la sala de Maasías, hijo de Salún, guardián del vestíbulo.

Féach an chaibidil Cóip




Jeremías 35:4
35 Tagairtí Cros  

Pero Dios le envió este mensaje por medio de Semaías, el profeta:


Cuando Jeroboán se acercaba al altar para quemar el incienso al becerro de oro, vino un profeta de Judá, de parte del Señor, y se le acercó.


Cuando el anciano profeta se enteró de lo que le había ocurrido, exclamó: «¡Es el profeta que desobedeció la orden del Señor! Por eso, el Señor cumplió su amenaza e hizo que el león lo matara».


―¡Varón de Dios! —lloró ella—, ¿qué me has hecho? ¿Has venido aquí a castigarme por mis pecados, y a matar a mi hijo?


―Ahora sé ciertamente que tú eres un profeta —le dijo ella— y que todo lo que tú dices viene de parte del Señor.


Entonces un profeta se presentó ante el rey de Israel con este mensaje de parte del Señor: «Por cuanto los sirios han dicho: “El Señor es un Dios de las montañas y no de las llanuras”, yo te entregaré a todo este pueblo, y ustedes sabrán, sin duda alguna, de que yo soy el Señor».


Entonces envió a un oficial con cincuenta soldados, a arrestarlo. Lo encontraron sentado en la cumbre de una colina. El capitán le dijo: ―Varón de Dios, el rey nos ha mandado a que te llevemos ante él.


El sacerdote Joyadá hizo un agujero en la cubierta de un gran cofre y lo puso a la derecha del altar, a la entrada del templo del Señor. Los porteros ponían allí todas las contribuciones del pueblo.


El general se llevó cautivos a Babilonia a Seraías, el principal de los sacerdotes, a su ayudante Sofonías, y a los tres guardianes del templo del Señor.


Entonces Naamán fue al río Jordán, se sumergió siete veces, como el profeta le había dicho, y su carne quedó tan sana como la de un niño.


Pero Guiezi, siervo de Eliseo, se dijo: «Mi amo no debió haber dejado que este hombre se fuera sin recibirle sus regalos. Yo lo alcanzaré y le pediré algo». Así que salió en busca de Naamán.


El rey entonces envió a algunos espías para ver si Eliseo tenía razón. Se confirmó el hecho, y así se salvaron de un desastre. Esto ocurrió repetidas veces.


El rey había ordenado a su ayudante especial que controlara el paso de la gente por la puerta de la ciudad, pero lo atropellaron, y murió. De ese modo se cumplió lo que el profeta Eliseo le había dicho el día anterior, cuando el rey había enviado a arrestarlo.


El oficial que servía de ayudante al rey le dijo: ―Eso no podría ocurrir ni aunque el Señor hiciera ventanas en los cielos. Pero Eliseo le respondió: ―Tú lo verás, pero no podrás comprar nada.


A causa de la importancia del cargo que desempeñaban, vivían cerca del santuario, y abrían sus puertas todas las mañanas.


En la designación de los sacerdotes que habían de ocupar los diferentes turnos de su oficio, se ciñó al plan trazado por su padre David; también hizo el nombramiento de levitas para sus funciones de alabanza y como ayudantes de los sacerdotes en los trabajos de cada día. Asimismo, nombró a los porteros de las diferentes puertas.


Un sólo día en tu templo es mejor que mil en cualquier otro sitio. Preferiría ser portero del templo de mi Dios que vivir una vida cómoda en palacios de maldad.


Entonces el rey Sedequías envió a Pasur, hijo de Malquías, y a Sofonías, hijo de Maseías, a Jeremías y le rogaron: ―Pídele al Señor que nos ayude, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos ha declarado la guerra.


Cuando los altos dignatarios de Judá oyeron lo que ocurría, acudieron aprisa desde el palacio y se sentaron a la entrada principal del templo para entablar un juicio.


Fui, pues, a ver a Jazanías, hijo de Jeremías, hijo de Jabasinías, y lo llevé con todos sus hermanos e hijos —que representaban a todas las familias de Recab—


El capitán de la guardia se llevó a Seraías, el sacerdote principal, a Sofonías su ayudante, a los tres principales guardas del templo, a uno de los más altos oficiales del ejército, a siete de los principales consejeros del rey que halló ocultos en la ciudad, al secretario del general del ejército israelita a cuyo cargo estaba el reclutamiento, y a otros sesenta personajes importantes que estaban escondidos.


Pero una puerta conducía de su sala de entrada a una habitación al costado donde la carne de los sacrificios era lavada antes de ser llevada al altar.


Ellos construyeron sus templos idólatras al lado del mío, con sólo un muro de por medio, y allí rindieron homenaje a sus ídolos. Como dañaron la reputación de mi fama con semejante maldad, yo los destruí en mi ira.


Esta es la bendición que Moisés, varón de Dios, dio al pueblo de Israel antes de morir:


Tú, en cambio, eres un hombre de Dios. Huye de estas cosas y dedícate de lleno a lo que es justo y bueno, a la fe y al amor, a la constancia y a la humildad.


De esa manera, los servidores de Dios estarán plenamente capacitados para hacer el bien.


Tierra asignada a Caleb: Una delegación de la tribu de Judá dirigida por Caleb, se presentó delante de Josué en Guilgal. «Recuerda lo que el Señor le dijo a Moisés acerca de nosotros dos cuando estábamos en Cades Barnea —dijo Caleb a Josué—.


Un día un profeta vino ante Elí y le dio este mensaje del Señor: «¿No mostré yo mi poder a tus antepasados levitas cuando el pueblo de Israel era esclavo en Egipto?


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí