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Jeremías 34:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Por entonces el ejército babilónico sitiaba a Jerusalén, Laquis y Azeca, las únicas ciudades amuralladas de Judá que aún quedaban en pie.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, contra Laquis y contra Azeca; porque de las ciudades fortificadas de Judá estas habían quedado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 En ese tiempo, el ejército babilónico sitiaba Jerusalén, Laquis y Azeca, las únicas ciudades fortificadas de Judá que todavía no habían sido conquistadas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 mientras el ejército del rey de Babilonia atacaba a Jerusalén y a las ciudades de Judá que aún quedaban, a saber Laquis y Azecá, que eran las únicas que todavía resistían de todas las ciudades de Judá, pues eran ciudades fortificadas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 cuando el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem y contra el resto de las ciudades de Judá: Laquis y Azeca, las dos ciudades fortificadas de Judá que aún subsistían.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 cuando el ejército del rey de Babilonia combatía contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que aún resistían, Laquis y Azecá, pues éstas eran las dos ciudades de Judá que aún resistían.

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Jeremías 34:7
18 Tagairtí Cros  

Hubo una conspiración contra su vida en Jerusalén, y él huyó a Laquis; pero sus enemigos lo persiguieron, y allí lo mataron.


El Rabsaces asirio regresó ante su rey, y lo encontró en Libná, porque se había retirado de Laquis.


Edificó ciudades en las montañas de Judá, y levantó fortalezas y torres en las regiones de bosques.


Luego, al frente de un gran ejército, envió desde Laquis a su representante personal para que se entrevistara con el rey Ezequías en Jerusalén. Acampó cerca del acueducto del estanque de arriba, por el camino del campo donde se blanquean telas.


¡Que vayan a rogarles a sus ídolos y a quedar bien con ellos ofreciéndoles agradables perfumes! ¡Entonces se darán cuenta de lo incapaces que son esos ídolos de salvarlos!


Este es el mensaje del Señor que llegó a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todos sus ejércitos de todos los reinos que gobernaba, llegaron a combatir contra Jerusalén y las ciudades de Judá:


Grítenle a la gente de Jerusalén y Judea que den la alarma por todo el país y se comunique por todos lados: «¡Huyan para salvarse! ¡Refúgiense en los edificios más seguros de cada ciudad!».


Entonces el pueblo dirá: «¿Para qué esperar a morir aquí? Vengan, vamos a las ciudades protegidas y perezcamos allá. Porque el Señor Dios nuestro nos ha condenado a muerte y nos ha dado a beber copa de veneno por todas nuestras maldades.


¡Rápido! ¡Engancha los carros a los caballos y huye, pueblo de Laquis! Tú fuiste la primera de las ciudades de Judá que siguió el mal ejemplo de Israel. En ti se hallaron los mismos delitos que se cometieron en Israel.


Esa nación pondrá sitio a tus ciudades y derribará tus murallas altas, en las cuales confiaste creyendo que serían tu protección.


Entonces Adonisédec envió mensajeros a los siguientes reyes: Hohán rey de Hebrón, Pirán rey de Jarmut, Jafía rey de Laquis y Debir rey de Eglón. Les dijo:


Los cinco reyes amorreos unieron sus ejércitos para atacar juntos a Gabaón.


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