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Jeremías 31:34 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

34 En aquel tiempo ya no será necesario que uno al otro se amoneste para conocer al Señor pues cada cual, el grande y el pequeño, realmente me conocerá, dice el Señor, y yo perdonaré y olvidaré sus graves faltas.

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Biblia Reina Valera 1960

34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes diciendo: “Deberías conocer al Señor”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande —dice el Señor—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Ya no tendrán que enseñarle a su compañero, o a su hermano, diciéndoles: 'Conozcan a Yavé. Pues me conocerán todos, del más grande al más chico, dice Yavé; yo entonces habré perdonado su culpa, y no me acordaré más de su pecado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y no enseñará más cada cual a su prójimo, y cada cual a su hermano, diciendo: ¡Conoce a YHVH!, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice YHVH. Porque perdonaré su maldad, y no me acordaré más de sus pecados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 No tendrá ya que enseñarse uno a otro ni una persona a otra persona, diciendo: 'Conoced a Yahveh', porque todos ellos me conocerán, desde el más pequeño al más grande -oráculo de Yahveh-, cuando perdone su culpa y no recuerde más su pecado'.

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Jeremías 31:34
42 Tagairtí Cros  

Luego David se dirigió a Salomón y le dijo: «Salomón, hijo mío, dedícate a conocer al Dios de tus padres; adóralo y sírvele con un corazón limpio y una correcta disposición, porque el Señor ve todo corazón, y entiende y conoce todo pensamiento. Si tú lo buscas, lo encontrarás; pero si tú lo abandonas, él te desechará por completo.


Pasa por alto los pecados de mi juventud, Señor; mírame con ojos de misericordia y perdón.


Nada habrá perjudicial ni destructivo en todo mi monte sagrado, pues así como las aguas llenan el mar, de igual modo la tierra estará llena del conocimiento del Señor.


Los que estaban equivocados creerán en la verdad y los quejosos estarán dispuestos a recibir enseñanza.


La luna será tan brillante como el sol, y la luz de este más esplendorosa que la de siete días claros. Así será el tiempo cuando el Señor comience a sanar a su pueblo y a curarle las heridas que le causó.


El pueblo de Israel ya no dirá: «Estamos enfermos y desesperados», porque el Señor les perdonará sus pecados y los bendecirá.


Hay para Judá abundancia de salvación guardada en lugar seguro, junto con sabiduría, conocimiento y reverencia a Dios.


»Sí, ahora lo comprendo: fue bueno que yo padeciera esta amargura, pues amorosamente me has librado de la muerte, has perdonado todos mis pecados.


Yo, sí, sólo yo soy quien borra sus pecados por amor a mí mismo y nunca más los recordaré.


Yo he borrado tus pecados, se han esfumado como niebla matutina al llegar el mediodía. ¡Oh, regresa a mí, pues yo pagué el precio de tu libertad!


Pero llegará el día en que mi pueblo me conocerá. ¡Sabrá quién es el que les dice: «¡Aquí estoy para salvarlos!».


Y yo seré el maestro de todos tus ciudadanos y grande será la prosperidad de ellos.


Les daré un corazón que esté en sintonía con mi voluntad. Serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque con gran alegría volverán a mí.


Y celebraré un convenio eterno con ellos, prometiendo no volver a abandonarlos, y hacerles sólo bien. Pondré en sus corazones el deseo de honrarme y respetarme, y nunca me abandonarán.


Y los limpiaré de todas sus acciones perversas contra mí y los perdonaré.


¡En aquellos días, dice el Señor, no se hallará pecado en Israel ni en Judá, porque yo perdonaré a los que hayan quedado, a quienes yo liberé!


El Señor dice: No se enorgullezca el sabio en su sabiduría, ni el poderoso en su poder, ni el rico en su riqueza.


Me comprometeré contigo en fidelidad y amor, y me conocerás verdaderamente como tu Señor.


¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona los pecados de los que aún quedan de su pueblo? Pues tú no retienes para siempre el enojo contra tu pueblo, porque amas la misericordia y el perdón más que la cólera y el castigo.


Una vez más ten compasión de nosotros y borra de tus registros nuestras faltas. ¡Olvídate de nuestras maldades como si hubieran sido echadas para siempre en lo más profundo del mar!


Viene el día en que la tierra será llena del conocimiento de la fama del Señor, así como las aguas cubren los mares.


»El Padre me ha confiado todas las cosas. Sólo el Padre conoce al Hijo y sólo el Hijo conoce al Padre, y también aquellos a quienes el Hijo se lo revela.


Tú le enseñarás a su pueblo que hay salvación por medio del perdón de sus pecados.


Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.


»A los que me diste del mundo les he mostrado quién eres. Ellos eran tuyos y tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra.


En los profetas está escrito: “Dios les enseñará a todos”. Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí.


Los profetas afirmaron que cualquiera que crea en él, alcanzará el perdón de los pecados en virtud de su nombre.


Yo perdonaré a cualquiera que perdonen. Y lo que yo haya perdonado, si algo tenía que perdonar, lo he hecho por ustedes delante de Cristo,


Porque Dios, que dijo: «Resplandezca la luz en las tinieblas», hizo brillar su luz en nuestros corazones y nos ha hecho comprender que es el resplandor de su gloria lo que brilla en el rostro de Cristo.


Gracias a que él derramó su sangre, tenemos el perdón de nuestros pecados. Así de abundante es su gracia.


Con respecto al amor entre los hermanos, no hace falta que les escriba, porque Dios mismo les ha enseñado a amarse unos a otros.


Después de tanto tiempo, ya debían poder enseñar a otros; sin embargo, hay necesidad de enseñarles de nuevo hasta los más sencillos principios de la Palabra de Dios. Se han debilitado tanto que, como niños, tienen que tomar sólo leche en vez de alimentos sólidos.


Ya no será necesario que nadie enseñe a su prójimo ni a su hermano y le diga: “¡Conoce al Señor!”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande.


Yo les perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados».


Pero todos ustedes han recibido el Espíritu Santo y conocen la verdad.


pero ustedes han recibido el Espíritu Santo y él vive en ustedes. Por lo tanto, no necesitan que nadie les señale lo que es correcto. El Espíritu Santo les enseña todas las cosas, y él, que es la Verdad, no miente. Así que, tal como él les ha enseñado, vivan en Cristo.


pero sabemos que Cristo, el Hijo de Dios, vino a ayudarnos a hallar y entender al Dios verdadero. Ahora estamos en Dios, porque estamos en su Hijo Jesucristo, que es también Dios verdadero y la vida eterna.


Los hijos de Elí eran hombres impíos que desconocían al Señor y las obligaciones del sacerdocio.


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