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Jeremías 31:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

18 He oído los gemidos de Efraín: «Gravemente me has castigado; pero yo lo necesitaba, así como hay que amansar al ternero para el yugo. ¡Vuélveme otra vez a ti y restáurame, pues sólo tú eres el Señor, mi Dios!

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Biblia Reina Valera 1960

18 Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Oí a Israel decir: “Me disciplinaste severamente, como a un becerro que necesita ser entrenado para el yugo. Hazme volver a ti y restáurame, porque solo tú eres el Señor mi Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Escucho, escucho quejarse a Efraím: 'Me has pegado, y he sido castigado muy duro, como un novillo no domado; haz que yo vuelva y volveré, ya que tú eres Yavé, mi Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Oí atentamente el lamento de Efraín: Me azotaste, Fui castigado como novillo indómito; Conviérteme, y seré convertido, Porque Tú eres YHVH mi Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Oigo muy bien a Efraín lamentarse: 'Me has castigado y aguanté el castigo como novillo no domesticado. Conviérteme, que quiero convertirme, pues tú eres Yahveh, mi Dios.

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Jeremías 31:18
54 Tagairtí Cros  

»¡Dichoso el hombre a quien Dios corrige! Cuando peques, no menosprecies el castigo del Señor.


El Señor me ha castigado, pero no me entregó a la muerte.


Yo anduve desviado hasta que tú me disciplinaste, ahora obedezco tu palabra.


Señor, yo sé que tus juicios son justos, y que me disciplinaste porque lo necesitaba.


En tus manos está mi vida entera. Rescátame de quienes me persiguen implacables.


No seas como el caballo ni como la mula que no tienen discernimiento y que necesitan un freno en la boca para no salirse del camino».


Vuélvenos de nuevo a ti, oh Dios Todopoderoso. Míranos con rostro resplandeciente; sólo entonces seremos salvos.


Restaúranos, oh Dios. Derrama sobre nosotros tu mirada; sólo entonces seremos salvos.


Vuélvenos de nuevo a ti, oh Dios Todopoderoso. Derrama sobre nosotros tu mirada; sólo entonces seremos salvos.


Ahora regresa a nosotros, Dios de nuestra salvación. Haz a un lado tu enojo contra nosotros.


Dichosos aquellos a los que tu corriges, Señor; a los que tú instruyes en tu ley.


El látigo es para el caballo, el freno para el burro y la vara, para la espalda del necio.


El hombre que rechaza la corrección será destruido de repente y sin remedio.


Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te enojes cuando te reprenda;


Oh pueblo mío, ¿no han recibido suficiente castigo? ¿Por qué obligarme a azotarlos una y otra vez? ¿Es su intención ser rebeldes toda la vida? De la cabeza a los pies están enfermos, débiles y desfallecidos, cubiertos de magulladuras, verdugones y heridas infectadas, sin ungir ni vendar.


Porque tus hijos, sin fuerzas, están tirados por las calles, indefensos como venados atrapados en la red. Contra ti ha derramado el Señor su furia y reprensión.


Fue oprimido y afligido, pero no pronunció ni una sola palabra de queja. Como si fuera un cordero lo llevaron al matadero; como muda oveja ante sus trasquiladores, permaneció callado ante quienes lo condenaban.


¡Ciertamente aún eres nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob nos desconocieran, tú serías nuestro Padre, nuestro Liberador desde la antigüedad.


Pero a pesar de todo este castigo no se arrepentirán ni se volverán a él, al Señor Todopoderoso.


¡Señor, sólo tú puedes sanarme, sólo tú puedes salvarme de todos los peligros, por eso toda la gratitud de mi corazón es sólo para ti!


Castigué a sus hijos pero nada les aprovechó: aún no quieren obedecer. Y ustedes mismos han matado a mis profetas como el león que mata su presa.


Aceptemos nuestra vergüenza y deshonra, que desde nuestra niñez nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el Señor nuestro Dios, y que no le hemos obedecido».


Llegará un día cuando los vigías de los montes de Efraín te llamarán diciendo: «¡Levántate y vamos a Sion, donde está el Señor Dios nuestro!».


Lágrimas de gozo les correrán por las mejillas, y con mucha suavidad los conduciré a su hogar. Andarán junto a serenas corrientes de agua sin tropezar. Porque yo soy Padre para Israel, y Efraín es mi hijo mayor.


Señor, tú no aceptas sino la verdad. Castigándolos has tratado de hacer que reflexionen y sean honrados, pero no quieren cambiar. Los has arruinado, pero no escarmientan y se niegan a dejar su conducta malvada. Con el rostro como dura piedra por su terquedad, están empecinados en no arrepentirse.


¡Haznos volver a ti, Señor, y volveremos! ¡Devuélvenos la alegría que antes teníamos!


Entonces se acordarán de sus maldades y se avergonzarán y sentirán remordimientos a causa de todo el mal que han hecho.


»”Cada maldición escrita contra nosotros en la ley de Moisés se ha cumplido; todos los males que él predijo nos han sobrevenido. Pero no te hemos buscado, Señor y Dios nuestro, ni hemos dejado nuestro mal obrar ni procurado vivir de acuerdo a tus sabias indicaciones.


»Efraín era como una novilla muy dócil a la que le encantaba trillar el grano. Jamás lo he puesto bajo un yugo pesado, antes siempre le he perdonado su maldad. ¡Ahora sabrá lo que es la vida dura! ¡Ahora le pondré el yugo sobre su frágil cuello! Israel tendrá que arrastrar el arado y Judá preparará la tierra con gran fatiga».


Israel es testaruda como una novilla, no deja que el Señor la cuide y la lleve a pastar al campo, como si fuera un corderito.


Yo los abandonaré y volveré a mi hogar, hasta que ellos admitan su culpa y miren hacia mí en busca de ayuda. ¡Sí, en medio de su aflicción me buscarán!».


Cuando Dios vio que los ninivitas estaban dispuestos a dejar su mala conducta, decidió no destruirlos como había planeado.


En su soberbia no quiere oír la voz de Dios. Nadie puede decirle nada; rechaza toda corrección. Ella ya no confía en el Señor, ni busca ser fiel a su Dios.


Entonces los que respetaban y amaban al Señor hablaron de él a sus compañeros. Y el Señor anotó en un libro de memorias los nombres de los que honran y respetan su fama.


Su predicación hará que los padres y los hijos se reconcilien, que lleguen a compartir las mismas buenas intenciones y sean impulsados por las mismas buenas motivaciones. Así, cuando yo llegue, no tendré que castigarlos, destruyendo completamente su país».


y también irá primero, delante del Señor, con el mismo espíritu y poder que tuvo el profeta Elías. Él reconciliará a los padres con los hijos y hará que los desobedientes aprendan de la sabiduría de los justos. De esta manera preparará al pueblo para recibir al Señor.


Así que viajó de regreso a la casa de su padre. »Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él; salió corriendo a encontrarlo, lo abrazó y lo besó.


Y cuando Dios le devolvió la vida a su Siervo, lo envió primero a ustedes para bendecirlos y para que cada uno se apartara de su maldad».


porque es Dios el que les da a ustedes el deseo de cumplir su voluntad y de que la lleven a cabo.


Acaso han olvidado ya las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: «Hijo mío, no tomes como algo sin importancia la disciplina del Señor ni te desalientes cuando te reprenda,


Como yo disciplino y castigo a los que amo, tendré que castigarte si no abandonas esa indiferencia y te arrepientes.


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