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Jeremías 29:26 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

26 Y en esta carta le decías a Sofonías: “El Señor te ha nombrado para reemplazar a Joyadá como sacerdote en Jerusalén. Y en tu responsabilidad está arrestar a cualquier loco que diga ser profeta, y ponerlo en el cepo.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

26 Jehová te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para que te encargues en la casa de Jehová de todo hombre loco que profetice, poniéndolo en el calabozo y en el cepo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 »“El Señor te ha designado para que reemplaces a Joiada como sacerdote a cargo de la casa del Señor. Eres responsable de poner en cepos y grilletes a cualquier loco que afirme ser profeta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Yavé te ha puesto como sacerdote en lugar de Joyada, para que detengas en la Casa de Yavé a cualquier fanático que quiera pasar por profeta, y le amarres las manos y lo metas en el calabozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 YHVH te ha nombrado sucesor del sacerdote Joiada, como responsable de la Casa de YHVH, para que todo el que se desmande y se haga pasar por profeta, lo lleves al calabozo y lo pongas en el cepo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Yahveh te ha constituido sacerdote en lugar del sacerdote Joadá, para que seas inspector en el templo de Yahveh, vigiles a las personas dementes y pongas en el cepo y en la argolla a quienes pretendan ser profetas.

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Jeremías 29:26
28 Tagairtí Cros  

Entonces, el sacerdote Joyadá ordenó a los jefes de la guardia que la sacaran del templo del Señor y la mataran, junto con cualquiera que tratara de acudir en su ayuda.


Todos acudieron al santuario de Baal para destruirlo, y rompieron sus altares e imágenes, y mataron a Matán, el sacerdote de Baal, frente al altar. Joyadá puso guardias en el templo del Señor.


Jehú, por su parte, regresó para reunirse con los jefes, y uno de ellos le preguntó: ―¿Qué quería ese tonto? ¿Está todo bien? ―Ustedes saben muy bien quién era y lo que quería —respondió Jehú.


Asá estaba tan enojado con el vidente por haberle dicho esto, que lo mandó a la cárcel. Al mismo tiempo trató con crueldad a varias personas de la ciudad.


¡Díganles que yo ordeno que pongan a este sujeto en prisión y lo alimenten a pan y agua hasta que yo regrese a salvo de esta batalla!


¿Por qué no has hecho algo respecto a Jeremías, ese falso profeta de Anatot?


Y Jeremías permaneció en el patio de la prisión hasta el día en que Jerusalén fue conquistada por los babilonios.


Sacaron pues, a Jeremías de su celda y atado con cuerdas lo bajaron a una cisterna seca en el patio de la cárcel. (La cisterna pertenecía a Malquías, miembro de la familia real). No había agua en ella, pero sí una gruesa capa de lodo en el fondo, en la cual se hundió Jeremías.


¡Ha llegado el tiempo del castigo de Israel! ¡El día de que cada quien reciba su merecido está cercano! ¡Todo Israel se dará cuenta de esto! Es tan grande la maldad de Israel, es tan enorme su pecado, que dicen: «¡Los profetas están locos y los hombres inspirados han perdido la cordura!».


»En aquel día será como abrir un gran manantial en donde la descendencia real de David y todos los habitantes de Jerusalén puedan purificarse de todas las maldades que han cometido.


Ya de regreso en el templo, y mientras enseñaba, los principales sacerdotes y otros jefes judíos se le acercaron a exigirle que les explicara por qué había echado del templo a los mercaderes y quién le había dado autoridad para hacerlo.


Los familiares de Jesús, al enterarse de lo que estaba pasando, salieron a buscarlo porque creían que se había vuelto loco.


Muchos decían: «Este tiene un demonio, y está loco. ¿Por qué le hacen caso?».


Los judíos le respondieron: ―No te apedreamos por ninguna de ellas sino porque has blasfemado. Tú no eres más que un hombre y te haces pasar por Dios.


¿Acaso eres más importante que nuestro padre Abraham? Él murió, y también los profetas murieron. ¿Quién te has creído que eres?


El carcelero, entonces, además de encerrarlos en el calabozo de más adentro, les aprisionó los pies en el cepo.


Muchas veces, en todas las sinagogas, los castigué para obligarlos a renegar. Mi enojo contra ellos era tan grande que hasta en las ciudades del extranjero los perseguía.


Cuando Pablo decía esto en su defensa, Festo gritó: ―¡Pablo, estás loco! ¡Has estudiado tanto que te has vuelto loco!


Pablo contestó: ―No estoy loco, excelentísimo Festo. Lo que digo es cierto y no es ninguna locura.


Mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, los principales sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y varios de los saduceos se presentaron ante ellos,


y arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel.


Después de escuchar esto, el jefe de la guardia y los principales sacerdotes estaban confundidos y se preguntaban a dónde iría a parar todo aquello.


Pero me bajaron en una cesta por una ventana de la muralla, y así escapé de las manos del gobernador.


No temas lo que has de sufrir. Para probarlos, el diablo arrojará a algunos de ustedes en la cárcel y los estará persiguiendo durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.


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