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Jeremías 26:24 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

24 Entonces Ajicán, hijo de Safán, secretario del rey, estuvo a favor de Jeremías y persuadió al tribunal para que no lo entregara a la muerte en manos del populacho.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Pero la mano de Ahicam hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 No obstante, Ahicam, hijo de Safán, respaldó a Jeremías y persuadió al tribunal de no entregarlo a la multitud para que lo matara.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 En cuanto a Jeremías, gozaba del favor de Ajigam, hijo de Safán; por eso, no cayó en manos del pueblo que quería matarlo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Entonces Ahicam ben Safán, se hizo cargo de Jeremías, a fin de que no lo entregaran para que fuera ejecutado a manos del pueblo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Sin embargo, la mano de Ajicán, hijo de Safán, veló por Jeremías, para que no fuera entregado en manos del pueblo y le dieran muerte.

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Jeremías 26:24
21 Tagairtí Cros  

Entonces el rey Nabucodonosor designó a Guedalías hijo de Ajicán y nieto de Safán, como gobernador del pueblo que quedó en Judá.


y llamó a Jilquías, a Ajicán hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al secretario Safán y a Asaías, su asistente personal.


Envió la carta con Elasá, hijo de Safán, y con Guemarías, hijo de Jilquías, cuando ellos fueron a Babilonia como embajadores del rey Sedequías ante Nabucodonosor. Y la carta decía así:


Baruc fue a la oficina de Guemarías el escriba, hijo de Safán, para leer el rollo. (Este cuarto quedaba al lado del salón de asambleas que el templo tenía arriba, cerca de la entrada de la Puerta Nueva).


Cuando Micaías, hijo de Guemarías, hijo de Safán, oyó los mensajes del Señor,


bajó al palacio, al salón de conferencias en donde estaban reunidos los encargados de la administración. Elisama (el escriba) estaba allí, así como Delaías, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Acbor, Guemarías, hijo de Safán, Sedequías, hijo de Ananías, y todos los demás que tenían cargos administrativos semejantes.


―Escóndanse tú y Jeremías —le dijeron los dignatarios a Baruc—. ¡No le digan a nadie dónde están!


Entonces el rey ordenó a Jeramel, su hijo, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, que detuvieran a Baruc y a Jeremías. Pero el Señor los ocultó.


Enviaron soldados a que sacaran a Jeremías de la cárcel y lo pusieron al cuidado de Guedalías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, para que lo llevara de regreso a su casa. Y Jeremías vivió allí entre la gente de su pueblo que había quedado en el país.


Setenta de los sabios consejeros de Israel estaban allí junto con Jazanías, hijo de Safán, rindiendo homenaje a las imágenes y las esculturas. Cada uno de ellos tenía un incensario, así que había una espesa nube de humo sobre sus cabezas.


La discusión se hizo cada vez más violenta. Entonces el comandante tuvo miedo de que hicieran pedazos a Pablo, por lo que ordenó a los soldados que lo sacaran por la fuerza y lo llevaran al cuartel.


Pero el capitán de los soldados, para salvarle la vida a Pablo, no se lo permitió. Les ordenó que todos los que supieran nadar, saltaran primero al agua para llegar a tierra,


pero la tierra, para ayudarla, abrió la boca y se tragó el torrente.


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