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Jeremías 23:29 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

29 ¿No quema mi palabra como si fuera fuego?, pregunta el Señor. ¿No es como un poderoso mazo que despedaza la roca?

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Biblia Reina Valera 1960

29 ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 ¿No quema mi palabra como el fuego? —dice el Señor—. ¿No es como un martillo poderoso que hace pedazos una roca?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 ¿No es mi palabra como fuego que quema o como martillo que rompe la roca?

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 ¿No es mi palabra como fuego, dice YHVH, Y como un martillo que rompe la piedra en pedazos?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 ¿No es como fuego mi palabra -oráculo de Yahveh-, y como martillo que tritura la piedra?

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Jeremías 23:29
11 Tagairtí Cros  

¡Y no puedo renunciar! Porque si digo que nunca más volveré a mencionar al Señor, que nunca más hablaré en su representación, empiezo a sentir tu palabra como si fuera lumbre que me quema por dentro y no lo puedo resistir más.


Por lo tanto, esto es lo que Dios, el Señor de los ejércitos, dice a sus profetas: Por murmuraciones así tomaré sus palabras y predicciones y haré que se cumplan en sus vidas con el efecto que causa un terrible incendio, el cual los consumirá como si fueran simples trozos de madera.


Yo envié a mis profetas para advertirles del destino funesto que les espera; yo los he herido con la dureza de las palabras que les he enviado, incluso amenazándolos de muerte. Sepan que de repente, sin advertencia alguna, mi juicio realmente los matará como si fuera un rayo fulminante.


Y ellos se decían uno al otro: ―¿No sentíamos como si nuestro corazón ardiera mientras él hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?


El Espíritu es el que da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que yo les he dicho son espíritu y vida.


Acto seguido aparecieron lengüetas de fuego que se les fueron posando a cada uno en la cabeza.


Aquellas palabras de Pedro los conmovieron tan profundamente que le dijeron al propio Pedro y a los demás apóstoles: ―Hermanos, ¿qué debemos hacer?


Para estos, somos un olor de muerte que lleva la muerte; pero para los otros, somos un olor de vida que lleva a la vida. Y ¿quién está perfectamente capacitado para una tarea como esta?


La palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que una espada de dos filos que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser, y examina nuestros más íntimos pensamientos y los deseos de nuestro corazón.


Cualquiera que trate de hacerles daño, morirá víctima de las llamaradas de fuego que brotan de la boca de aquellos dos personajes.


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