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Isaías 9:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Porque Israel volverá a ser grande, lleno de gozo como los segadores en el tiempo de la mies y como los hombres que se reparten el botín capturado.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Harás que crezca la nación de Israel, y sus habitantes se alegrarán. Se alegrarán ante ti como la gente se goza en la cosecha, y como los guerreros cuando se dividen el botín.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Pues el yugo que soportaban y la vara sobre sus espaldas, el látigo de su capataz, tú los quiebras como en el día de Madián.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Multiplicaste la alegría,° Aumentaste el gozo; Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, Como se gozan cuando reparten despojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Porque el yugo de su carga, la vara de su hombro, el bastón de su opresor los rompiste como en el día de Madián.

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Isaías 9:3
38 Tagairtí Cros  

Tú hiciste que el pueblo israelita se multiplicara como las estrellas del cielo, y los hiciste entrar en la tierra que habías prometido a sus antepasados.


Exalta a una nación y luego la destruye. La engrandece, y luego la reduce a la nada.


¡Cómo los bendice! Allí crían numerosas familias y sus rebaños aumentan.


En tu palabra me regocijo como quien descubre un gran tesoro.


Sí, la alegría que me has dado es mucho mayor que el gozo de ellos en la siega cuando contemplan su abundante cosecha de grano y vino.


El Señor Todopoderoso enviará su ángel para acabar con ellos en una gran matanza como cuando Gedeón venció a Madián en la roca de Oreb, o como cuando Dios ahogó a los ejércitos egipcios en el mar.


En aquel día dirán: ―¡Alaben al Señor! Estuvo airado conmigo, pero ahora me consuela.


porque el Señor ha aplastado tu impío poder y ha quebrantado tu perverso gobierno!».


En aquel día proclamará el pueblo: «Este es nuestro Dios, en quien confiamos, a quien hemos esperado. Ahora por fin está aquí». ¡Qué día de regocijo!


¡Oh, alaben al Señor! ¡Él ha dado mucha fortaleza a nuestra nación! ¡El Señor ha ensanchado las fronteras de nuestra patria!


Estos redimidos del Señor irán por ese camino a su hogar, a Sion, entonando cánticos de júbilo eterno. Nunca más habrá para ellos dolor ni suspiros. Allí sólo habrá felicidad y gozo.


Sí, habrá abundancia de flores, cánticos y júbilo. Los desiertos se volverán verdes como los montes del Líbano, hermosos como los pastos del monte Carmelo y los prados de Sarón, porque allí exhibirá el Señor su gloria, se apreciará la excelencia de nuestro Dios.


¡Canta, mujer estéril! ¡Prorrumpe en grande y jubiloso cántico, Jerusalén, porque la que había sido abandonada tiene más bendiciones que la que conservó su marido!


En gozo y paz vivirán. Montes y collados, árboles del campo, todo el mundo que los rodea, se regocijará.


Dice el profeta: ¡Dejen que les cuente la felicidad que Dios me ha dado! Me ha cubierto con vestiduras de salvación y me ha puesto un manto de justicia. Soy como novio vestido para celebrar la boda o como una novia enjoyada para el desposorio.


En lugar de vergüenza y deshonra, gozarán doble porción de prosperidad y de alegría perpetua.


llorarán de dolor, disgusto y desesperación, mientras ellos cantan de júbilo.


¡Alégrense, regocíjense para siempre en mi creación! ¡Miren! Volveré a crear a Jerusalén como sitio de felicidad, y su pueblo siempre estará gozoso.


¡Regocíjense con Jerusalén, alégrense con ella todos cuantos la aman, los que por ella han llorado!


Porque el Señor dice: Canten jubilosos por todo lo que haré por Israel, la más grande de las naciones. Clamen con gozo y alabanza: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de los sobrevivientes que él ha protegido!».


Cuanto más se multiplicaban los sacerdotes, peor actuaban en mi contra. Ellos cambiaron la grandeza y dignidad de Dios por la insignificancia y vergüenza de los ídolos.


Porque yo soy el Señor su Dios que los sacó de Egipto, y no permitiré que sean esclavos nuevamente. He roto sus cadenas, y haré que anden con dignidad.


Los llamaré con silbido y ellos vendrán corriendo; cuando los haya rescatado, volverán a ser un pueblo numeroso y fuerte, como lo fueron en el pasado.


»En aquel tiempo muchas naciones se convertirán en fieles devotas del Señor. También ellas serán mi pueblo, y viviré en medio de ellas. Entonces sabrán que fue el Señor Todopoderoso quien me envió a ustedes.


»En aquellos días», dice el Señor Todopoderoso, «sucederá que diez habitantes de diversas naciones agarrarán a un judío por su manto, y le dirán: “¡Por favor, permítenos ir contigo a Jerusalén! ¡Sabemos que Dios está con ustedes!”».


Pero si llega otro más fuerte que él y lo vence, le quitará las armas en que confía y repartirá todo lo que le quitó.


Y había gran gozo en la ciudad.


Alégrense siempre en el Señor. Se lo repito: ¡Alégrense!


Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que no lo han visto; y aunque ahora no lo ven, creen en él y se llenan de una gran alegría,


»Oigan bien, reyes y príncipes, porque cantaré al Señor el Dios de Israel.


En la confusión el Señor hizo que los soldados enemigos comenzaran a pelear entre sí y a matarse unos a otros de uno al otro lado del campamento, y que huyeran en la noche a lugares tan lejanos como Bet Sitá, cerca de Zererá, y hasta la frontera de Abel Mejolá, cerca de Tabat.


Los dos reyes huyeron, pero Gedeón los persiguió y los capturó tras la derrota.


Los condujo, en efecto, al campamento de los amalecitas. Ellos se habían esparcido en los campos, donde comían y bebían y danzaban con gran gozo para celebrar la gran cantidad de botín que habían tomado de los filisteos y de los hombres de Judá.


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