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Isaías 6:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

8 ―¿A quién enviaré por mensajero a mi pueblo? ¿Quién irá? —oí al Señor preguntar. Y yo dije: ―Señor ¡yo voy! Envíame a mí.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Después oí que el Señor preguntaba: «¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?». —Aquí estoy yo —le dije—. Envíame a mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Y oí la voz del Señor que decía: '¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?' Y respondí: 'Aquí me tienes, mándame a mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Entonces oí la voz de Adonay que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y dije: ¡Heme aquí, envíame a mí!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Yo oí la voz del Señor, que decía: '¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?'. Aquí estoy yo -respondí-, envíame.

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Isaías 6:8
23 Tagairtí Cros  

Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, a nuestra semejanza, para que ejerzan poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y salvajes, y sobre los reptiles».


Vamos, descendamos y hagamos que hablen diversos idiomas, para que no puedan entenderse».


Después de algunos años, Dios sometió a Abraham a una prueba. ―¡Abraham! —llamó Dios. ―Aquí estoy —respondió Abraham.


En ese momento, el ángel del Señor le gritó desde el cielo: ―¡Abraham! ¡Abraham! ―Aquí estoy —contestó Abraham.


Y dijo: «Ahora el ser humano es como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es malo, no conviene que tome del fruto del árbol de la vida y viva para siempre».


Cuando él me vio me pidió que me acercara.


Entonces el Señor preguntó: “¿Quién irá a inducir a Acab para que vaya y muera en Ramot de Galaad?”. Varias sugerencias se hicieron, hasta que un ángel se acercó al Señor y le dijo: “Yo lo seduciré”.


El Señor dice: Gente que nunca antes preguntó por mí, ahora me busca. Naciones que nunca antes me buscaron, ahora me hallan.


Al volar, el ruido de sus alas era muy intenso, como las olas estrellándose sobre la costa, o como la voz de Dios, o como el griterío de un poderoso ejército en medio de una feroz batalla. Cuando se detenían, entonces plegaban sus alas.


Y el sonido de las alas de los querubines era como la voz del Dios Todopoderoso cuando habla, y podía oírse con claridad hasta en el atrio exterior.


Luego el Señor gritó con fuerza: «¡Llama a aquellos a quienes yo he entregado la ciudad para que la conquisten! ¡Diles que traigan sus armas consigo!».


No me importa cuánto haya de sufrir ni trato de salvar mi vida. Lo único que me importa es terminar con gozo mi carrera y la tarea que me señaló el Señor Jesús: dar testimonio del inmenso amor de Dios.


Pero el Señor me dijo: “Vete, porque yo te enviaré a naciones que están lejos” ».


»Por lo tanto, oh rey Agripa, no desobedecí esa visión del cielo.


Cayó al suelo y escuchó una voz que le decía: ―Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?


Aunque soy el más pequeño de todos los que son parte del pueblo santo, Dios me concedió, por su amor, la misión de anunciar a las naciones el tesoro incalculable de Cristo.


el Señor llamó: ―Samuel, Samuel. ―Aquí estoy —contestó Samuel—,


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