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Isaías 32:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 Hasta los alborotadores estarán llenos de sensatez y comprensión, y los que tartamudean inseguros, hablarán con toda claridad.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento, y los que tartamudean hablarán con claridad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 los indisciplinados tratarán de aprender y los tartamudos hablarán correctamente;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 El corazón del imprudente aprenderá sensatez, La lengua tartamuda hablará con soltura y claridad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 El corazón de los atolondrados aprenderá a entender, la lengua de los tartamudos hablará claro y seguido.

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Isaías 32:4
14 Tagairtí Cros  

―¿Quién hizo la boca? —le preguntó el Señor—. ¿No la hice yo, el Señor? ¿Quién hace que el hombre pueda o no pueda hablar, que vea o no vea, que oiga o no oiga?


y tus besos tan embriagantes como el mejor vino, que resbala suavemente por labios y dientes.


Los que estaban equivocados creerán en la verdad y los quejosos estarán dispuestos a recibir enseñanza.


alienta a los atemorizados. Diles: «Sean valientes, no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos, viene a salvarlos».


Y cuando él venga abrirá los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos,


En esa ocasión, Jesús dijo: «Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios e inteligentes, y se las diste a conocer a los niños.


―Dios te ha bendecido, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque esto no lo aprendiste de labios humanos. ¡Mi Padre celestial te lo reveló personalmente!


Ante la elocuencia de Pedro y Juan, y viendo que eran hombres sin muchos estudios, los miembros del concilio se maravillaron y reconocieron que habían estado con Jesús.


El mensaje de Dios se seguía extendiendo y el número de los discípulos aumentaba enormemente en Jerusalén, donde muchos de los sacerdotes judíos obedecían a la fe.


Sólo sabían lo que se andaba diciendo: que el antiguo enemigo de los cristianos estaba pregonando la fe que había tratado de destruir.


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