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Isaías 30:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

12 Esto es lo que responde el Santo de Israel: «Ya que desprecian lo que digo, y en cambio confían en fraudes y mentiras, y no quieren arrepentirse,

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Biblia Reina Valera 1960

12 Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Esta es la respuesta del Santo de Israel: «Dado que ustedes desprecian lo que les digo pero más bien confían en la opresión y en las mentiras,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 En vista de eso, así habla el Santo de Israel: 'Ya que ustedes no han hecho caso a estas advertencias y han recurrido más bien a las tasas impuestas y a la mentiras,

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Por tanto, así dice el Santo de Israel: Por cuanto despreciáis esta palabra, Y confiáis en la opresión y en la perversidad, apoyándoos en ello,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Por eso, así dice el Santo de Israel: 'Ya que rechazáis esta palabra, confiáis en lo torcido y tortuoso y en ello os apoyáis,

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Isaías 30:12
23 Tagairtí Cros  

«Miren lo que les ocurre a quienes desprecian a Dios, confían en su riqueza y se vuelven cada vez más atrevidos en su maldad».


No te enriquezcas mediante la extorsión y el robo. Y si tus riquezas aumentan, no pongas en ellas tu corazón.


pues se pasan el tiempo tramando violencia y no hablan más que de buscar problemas.


¡Miren! Baja del cielo el Señor para castigar al pueblo de la tierra por sus pecados. La tierra no esconderá más a los homicidas. Los culpables serán descubiertos.


Han firmado pacto con la muerte, dicen, y se han vendido al diablo a cambio de su protección contra los asirios. «No podrán tocarnos», dicen, «pues estamos protegidos por uno que los engañará y los burlará».


Los primeros que caerán bajo su ira serán los consejeros y los príncipes, porque han defraudado a los pobres. Han llenado sus graneros con el trigo robado a los indefensos campesinos.


«¿Cómo se atreven a moler a mi pueblo así en el polvo?», les dirá el Señor Todopoderoso.


¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el Señor, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.


Las promesas de Egipto no valen nada, «Dragón Renuente» lo llamo yo.


Segura te sentías en toda tu maldad. «Nadie me ve», decías. Tu «sabiduría» y tu «conocimiento» hicieron que te apartaras de mí y que proclamaras que tú misma eres dios.


Por tanto Dios se encargará de ellos y los dará al fuego. Desaparecerán como la paja en las llamas. Las raíces se les pudrirán y las flores se les marchitarán, porque han desechado las leyes de Dios y han menospreciado la Palabra del Santo de Israel.


Les he presentado la historia del pueblo de Dios. Mi pueblo es la viña de la que les he hablado. Israel y Judá son su agradable parcela. Dios esperaba que le produjeran cosecha de justicia, pero halló que sólo cometieron hechos sangrientos. Esperaba que actuaran con rectitud, pero a sus oídos llegaron sólo gritos de opresión.


conocemos nuestra desobediencia, hemos negado al Señor Dios nuestro. Sabemos lo rebeldes e injustos que somos, pues minuciosamente tramamos nuestras mentiras.


Nadie se preocupa por ser justo y fiel. Sus litigios se fundan en mentiras; pasan el tiempo planeando males y ejecutándolos.


Samaria es la capital de Efraín solamente, y el poder del rey Pecaj no aumentará. ¿No me creen? Si quieren mi protección, tienen que aprender a creer lo que digo.


«Puesto que el pueblo de Jerusalén piensa rechazar mi tierna solicitud y sus habitantes están ansiosos de pedirles a los reyes Rezín y Pecaj que acudan en su auxilio,


El Señor dice: «Los habitantes de Judá han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Ellos han rechazado las instrucciones del Señor y se han negado a seguir sus instrucciones. Además, han rendido homenaje a los mismos ídolos que honraron sus antepasados.


»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí. Y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió».


Por eso, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.


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