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Isaías 16:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4-5 Dejen que nuestros desterrados moren entre ustedes, ocúltenlos de nuestros enemigos. Dios los recompensará por su bondad para con nosotros. Si dejan que los fugitivos de Moab se establezcan entre ustedes, una vez pasado el terror, Dios establecerá el trono de David para siempre, y en ese trono pondrá a un rey justo e íntegro.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Permitan que nuestros refugiados se queden entre ustedes; escóndanlos de nuestros enemigos hasta que haya pasado el terror». Cuando hayan terminado la opresión y la destrucción, y hayan desaparecido los saqueadores enemigos,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Dales hospedaje a los fugitivos de Moab, ofréceles un asilo frente al saqueador. (Cuando se termine la opresión, y se hayan alejado los que aplastan al país.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Moren contigo mis fugitivos de Moab. Sé para ellos refugio ante el destructor hasta que cese el opresor, Hasta que acabe el devastador Y el agresor desaparezca de la tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Moren en ti los fugitivos de Moab; sé cobijo para ellos ante el devastador; que cesó la opresión, terminó la devastación, acabó el que pisoteaba el país.

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Isaías 16:4
22 Tagairtí Cros  

ustedes se mofarán del rey de Babilonia y dirán: «¡Grandísimo matón, por fin te llegó tu día,


¡Hasta el río Nimrín está desolado! Secas están sus hermosas riberas y ya no hay tiernas plantas.


Porque la buena mano del Señor reposará cuidadosa sobre Jerusalén, y Moab será aplastado como si fuera paja bajo sus pies y luego se pudrirá.


¡Ay de ustedes, asirios, que lo han destruido todo a su alrededor sin haber sufrido jamás en carne propia la destrucción! ¡Exigen que otros cumplan lo que les prometen, y ustedes los traicionan! Ahora les toca a ustedes ser traicionados y destruidos.


Haré que sus enemigos se coman su propia carne y se embriaguen con ríos de su propia sangre. El mundo entero sabrá que yo, el Señor, soy su Salvador y Redentor, el Poderoso de Israel.


Y sin embargo, te has olvidado de tu Creador, del que extendió los cielos e hizo la tierra. No le teman al que con furia quiere destruirlos. Ante mí, su furia desparece de inmediato.


Serás regida por un gobierno justo y honrado. Tus enemigos se mantendrán a distancia, vivirás en paz, el terror no se acercará.


Ayuno es que compartan su alimento con los hambrientos y que alberguen en sus hogares a los indefensos y menesterosos, que vistan a los que padecen frío y ayuden a todo aquel que necesite de su auxilio.


Porque Dios quebrantará las cadenas que oprimen a su pueblo y el látigo que los azota, tal como destruyó la gran hueste de los madianitas valiéndose del pequeño grupo de Gedeón.


Estoy listo a juzgarte por el mal que estás cometiendo. ¡Pronto! ¡Haz justicia a los que juzgas! Comienza a hacer lo justo antes que mi terrible enojo caiga sobre ti como un fuego que nadie puede apagar.


Cuando los judíos que estaban en Moab, entre los amonitas, en Edom y en otras tierras vecinas, oyeron que unos cuantos del pueblo estaban aún en Judá, y que el rey de Babilonia no se los había llevado a todos, y que aquel Guedalías era el gobernador,


Bajen de su gloria y siéntense en el polvo, pueblo de Dibón, porque quienes destruyen a Moab también a Dibón destrozarán y derribarán todas sus torres defensivas.


Todos los pueblos y ciudades, tanto las que se localizan en las mesetas o en los valles, serán destruidos, porque el Señor lo ha decidido.


Te paraste en las encrucijadas para matar a los que trataban de escapar; capturaste a los sobrevivientes y los entregaste a sus enemigos en el tiempo de su terrible angustia.


Entonces serán como guerreros valientes que dominan claramente a sus enemigos, dejándolos tendidos en las calles, y que enfrentan y derrotan también a las fuertes caballerías enemigas, porque saben que el Señor está con ellos.


Y cuidaré mi templo como un vigilante, para impedir que ningún enemigo entre. ¡Nunca más un enemigo atacará a mi pueblo, pues ahora yo soy su poderoso guardián!


Entonces ustedes derrotarán con facilidad a los perversos, y estos serán como ceniza bajo sus pies. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.


Unos morirán a filo de espada y a otros los llevarán prisioneros a todas las naciones. Los gentiles pisotearán a Jerusalén, hasta que llegue el tiempo señalado para ellos.


Pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo sus pies. Que la gracia de nuestro Señor Jesús esté con ustedes.


»No oprimas al pobre asalariado, sea israelita o extranjero que viva en tu pueblo.


«Pero no midas las partes externas del templo —me dijeron—, porque han sido entregadas a las naciones y estas se pasarán tres años y medio humillando a la ciudad santa.


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