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Isaías 14:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 ustedes se mofarán del rey de Babilonia y dirán: «¡Grandísimo matón, por fin te llegó tu día,

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Biblia Reina Valera 1960

4 pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 te mofarás del rey de Babilonia y dirás: «El hombre poderoso ha sido destruido. Sí, se acabó tu insolencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 te burlarás así del rey de Babilonia:

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces pronunciarás mofa contra el rey de Babilonia, diciendo: ¡Cómo terminó el tirano! ¡Cómo acabó su prepotencia!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 entonarás esta canción contra el rey de Babel y dirás: '¡Cómo ha acabado el opresor, ha acabado la violencia!'.

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Isaías 14:4
35 Tagairtí Cros  

El rey de Babilonia tomó todos los utensilios del templo, grandes y pequeños, los tesoros del templo y del palacio y de las casas de los oficiales de Judá, y se los llevó a Babilonia.


Esta es la visión que Dios le mostró a Isaías, hijo de Amoz, respecto a la caída de Babilonia.


Y así Babilonia, el más glorioso de los reinos, flor y nata de la cultura caldea, será completamente arrasada como lo fueron Sodoma y Gomorra cuando Dios les envió fuego del cielo;


¿Será este aquel que destruía el mundo, convirtiéndolo en un degolladero, demoliendo sus grandes ciudades sin tener misericordia de sus prisioneros?».


porque el Señor ha aplastado tu impío poder y ha quebrantado tu perverso gobierno!».


Tú perseguiste a mi pueblo con incesantes golpes rabiosos y tuviste a las naciones entre tus crueles garras. La tuya fue una tiranía desenfrenada.


Dejen que nuestros desterrados moren entre ustedes, ocúltenlos de nuestros enemigos. Dios los recompensará por su bondad para con nosotros. Si dejan que los fugitivos de Moab se establezcan entre ustedes, una vez pasado el terror, Dios establecerá el trono de David para siempre, y en ese trono pondrá a un rey justo e íntegro.


Veo una espantosa visión: ¡Oh, qué horrendo! Dios me dice lo que hará: ¡los veo saqueados y destruidos! Elamitas y medos participarán en el asedio. Babilonia caerá, y entonces llegará a su fin el gemido de todas las naciones que ella esclavizó.


Siéntate callada y en tinieblas, oh Babilonia, jamás se te volverá a llamar «Reina de Reinos».


Haré que sus enemigos se coman su propia carne y se embriaguen con ríos de su propia sangre. El mundo entero sabrá que yo, el Señor, soy su Salvador y Redentor, el Poderoso de Israel.


Y sin embargo, te has olvidado de tu Creador, del que extendió los cielos e hizo la tierra. No le teman al que con furia quiere destruirlos. Ante mí, su furia desparece de inmediato.


Sí, en cambio, castigaré con la misma severidad a quienes los atormentaron a ustedes y los pisotearon, y pasaron marchando sobre sus espaldas.


Serás regida por un gobierno justo y honrado. Tus enemigos se mantendrán a distancia, vivirás en paz, el terror no se acercará.


Porque Dios quebrantará las cadenas que oprimen a su pueblo y el látigo que los azota, tal como destruyó la gran hueste de los madianitas valiéndose del pequeño grupo de Gedeón.


Los haré repulsivos para todas las naciones de la tierra, y serán objeto de burla, mofa y maldición dondequiera que yo los obligue a ir.


¡Amigos de Moab: sollocen y lloren por ella! ¡Vean cómo es destrozada la hermosa y fuerte, la famosa!


¡Cómo se ha opacado el oro! ¡Cómo ha perdido su brillo el más fino oro! ¡Regadas por las esquinas de las calles se han quedado las joyas sagradas!


Llegarán a ser el hazmerreír del mundo y un terrible ejemplo a todos, para que vean lo que sucede cuando el Señor se la toma contra una nación entera en reprensión furiosa. Yo, el Señor, lo he dicho.


Él ha hecho que Su Majestad gobierne sobre las provincias más distantes y aun los animales y las aves están bajo su control. Usted es la cabeza de oro.


Cortaste los bosques del Líbano; ahora tú serás cortada. Fuiste el terror de los animales que cayeron en tus trampas; ahora el terror te alcanzará a ti, debido a la violencia con que trataste a nuestro país y a nuestras ciudades.


No tardé en comprender que estaba ebria con la sangre de los santos mártires de Jesús. La miré horrorizado.


«¡Pobre, pobre de la gran ciudad, vestida de linos finos, púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas!


Pero tú, cielo, regocíjate por lo que ha sucedido. Y regocíjense también los santos, los profetas y los apóstoles, porque al castigar a la gran ciudad, Dios les está haciendo justicia a ustedes».


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