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Isaías 1:16 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

16 ¡Oh, lávense, límpiense! Que no les vea yo nunca más cometer esas maldades; dejen sus malos caminos.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 ¡Lávense y queden limpios! Quiten sus pecados de mi vista. Abandonen sus caminos malvados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 ¡Lávense, purifíquense! no me hagan el testigo de sus malas acciones,

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 ¡Lavaos, purificaos, y quitad de mi vista la maldad de vuestras obras! ¡Cesad de hacer el mal!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 lavaos, purificaos, apartad vuestras malas acciones de delante de mis ojos; cesad de obrar el mal,

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Isaías 1:16
31 Tagairtí Cros  

Una y otra vez, el Señor había enviado profetas que advirtieran a Israel y a Judá que era necesario que dejaran sus malos comportamientos, que obedecieran los mandamientos que había dado a sus antepasados por medio de los profetas.


En prueba de mi inocencia me lavo las manos y me pongo ante tu altar,


Apártense del mal y hagan el bien. Procuren vivir en paz con todo el mundo; esfuércense en ello.


De modo que si quieres tener siempre donde vivir, abandona tus costumbres malas y vive en santidad.


Lávame de toda mi culpa y límpiame de mi pecado.


El Señor prefiere que practiquemos la justicia y la honradez en lugar de los sacrificios.


¡Practica el bien en todo momento! ¡Apártate del mal!


¡Salgan, salgan pronto! ¡Dejen sus cadenas de esclavitud! ¡No toquen nada de la inmundicia de Babilonia! Ustedes, los que traen de regreso los utensilios del templo, ¡Purifíquense y no toquen nada impuro!


Ve por tanto y adviértele a todo Judá y Jerusalén diciendo: Oigan la palabra del Señor: Estoy planeando hacerles mucho mal en vez de otorgarles beneficios; apártense de su mala conducta y hagan lo bueno.


En cada ocasión el mensaje fue: Dejen sus malas conductas y abandonen las maldades que están cometiendo. Sólo así pueden seguir viviendo aquí en esta tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus antepasados para siempre.


Porque tal vez escuchen y se detengan de hacer tantas maldades y entonces pueda yo aguantarme de darles el castigo que se merecen por sus malas acciones.


Les he enviado profeta tras profeta a decirles que se vuelvan de sus malas conductas y dejen de rendir homenaje a otros dioses, y que si obedecían yo los dejaría vivir aquí en paz en la tierra que di a ustedes y a sus antepasados. Pero no quisieron oír ni obedecer.


¡Oh Jerusalén, pon en orden tu vida mientras haya tiempo; aún puedes salvarte cambiando tu conducta y modo de pensar!


Odien el mal y amen el bien; dejen que reine la justicia en sus tribunales. Quizás así el Señor, Dios Todopoderoso, tenga compasión de los pocos israelitas que quedan.


Todos deben vestirse con ropas ásperas, de luto, clamar de todo corazón a Dios y dejar su mal comportamiento, la violencia y el robo.


»En aquel día será como abrir un gran manantial en donde la descendencia real de David y todos los habitantes de Jerusalén puedan purificarse de todas las maldades que han cometido.


Hace muchos años, cuando Jerusalén y las ciudades vecinas estaban llenas de gente y tenían paz, cuando también el desierto del Néguev y los valles del oeste estaban poblados, los antiguos profetas les advirtieron que esta actitud los conduciría a la ruina, como efectivamente ocurrió.


Demuestren, antes de bautizarse, que están arrepentidos.


No hay tiempo que perder. Levántate, bautízate, y lávate de tus pecados invocando su nombre”.


No finjan amar; amen de veras. Aborrezcan lo malo; pónganse de parte del bien.


Puesto que tenemos tan grandes promesas, amados hermanos, apartémonos del mal, ya sea mal corporal o espiritual. Así en el temor de Dios procuraremos ser completamente santos.


Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes, inconstantes, purifiquen su corazón!


Por lo tanto, dejen de hacer toda clase de mal, todo engaño, hipocresía, envidias y chismes.


Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala,


―No, Señor —respondí—. Dímelo. ―Estos son los que pasaron por la gran tribulación —me dijo—. Su ropa está blanca porque la lavaron y blanquearon con la sangre del Cordero.


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