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Hechos 24:25 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

25 Cuando Pablo se puso a hablar sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo. Entonces le dijo: «¡Basta, es suficiente por ahora! Puedes retirarte. Cuando tenga tiempo te volveré a llamar».

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

25 Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Al razonar Pablo con ellos acerca de la justicia, el control propio y el día de juicio que vendrá, Félix se llenó de miedo. «Vete por ahora —le dijo—. Cuando sea más conveniente, volveré a llamarte».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Pero cuando habló de la justicia, del dominio de los instintos y del juicio futuro, Félix se asustó y le dijo: 'Por ahora puedes irte; te llamaré en otra oportunidad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Pero al disertar él sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix se llenó de temor y le dijo: ¡Vete por ahora! Cuando tenga un tiempo conveniente, te enviaré a llamar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Pero cuando Pablo tocó el tema de la justicia y de la continencia y del juicio venidero, Félix, atemorizado, interrumpió: 'Por ahora, basta. Cuando tenga ocasión propicia, te llamaré'.

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Hechos 24:25
99 Tagairtí Cros  

La Roca de Israel me dijo: “El que reine con justicia, el que gobierne en el temor de Dios,


Cuando Acab oyó estas profecías, se vistió con ropa áspera y ayunó. No se quitaba esa ropa para dormir, y andaba deprimido.


Prometemos solemnemente, delante de nuestro Dios, separarnos de nuestras esposas y de los hijos que con ellas hemos tenido. Haremos lo que tú y todos los que obedecen la ley de nuestro Dios nos aconsejen. Obedeceremos las leyes de Dios.


Así que a los tres días, el día veinte del mes noveno, todos los hombres de Judá y de Benjamín ya habían llegado y estaban sentados en la plaza del templo. Temblaban a causa de la seriedad del asunto que los había reunido y por la lluvia intensa que caía.


¡Todo cuanto yo hacía era justo y honorable, porque la rectitud era mi vestidura!


Justo es Dios, y ama la justicia; los justos verán su rostro.


El temor a ti me hace temblar; temo tus juicios.


Amas el bien, y el mal detestas, por eso Dios, el Dios tuyo, te ha ungido, derramando sobre ti más perfume de alegría que sobre los demás.


Ayúdale a juzgar a tu pueblo con rectitud, y tratar a los pobres con justicia.


¡El Señor es rey! ¡Tiemblen las naciones! Él tiene su trono entre querubines: que se estremezca toda la tierra.


El rey detesta las malas acciones, porque su trono se apoya en la justicia.


Joven, la juventud es un tesoro. ¡Disfruta cada minuto de ella! ¡Haz cuanto se te antoje! Pruébalo todo, pero sabe que tendrás que rendirle cuentas a Dios de cuanto hagas.


Porque Dios nos juzgará por cuanto hacemos, inclusive lo oculto, sea bueno o malo.


Si en cualquier parte del país ves que un rico oprime al pobre haciendo abortar la justicia, no te sorprendas. Pues cada subalterno recibe órdenes de más arriba, y los más altos oficiales tienen la mirada puesta en sus jefes. Así es que la cuestión se hace una maraña de papeleo y burocracia. Y por sobre todos está el rey.


¡Vengan y aclaremos las cuentas! —dice el Señor—, por profunda que sea la mancha de sus pecados, yo puedo quitarla y dejarlos tan limpios como la nieve recién caída. ¡Aunque sus manchas sean rojas como el carmesí, yo puedo volverlas blancas como la lana!


¡Oh Jerusalén, que fuiste mi fiel esposa, ahora eres una ramera! ¡Corres tras otros dioses! Fuiste «La Ciudad de la Justicia», pero hoy eres guarida de asesinos.


Tiemblen, mujeres de vida cómoda, renuncien a la despreocupación. Quítense su linda ropa, pónganse saco penitencial por su dolor.


¿Pueden sus ídolos presentar tales obras? ¡Que vengan y muestren lo que pueden hacer! dice Dios, el Rey de Israel.


Este es el momento oportuno para buscar al Señor. Ahora que está cerca es cuando deben llamarlo.


Porque yo, el Señor, amo la justicia, detesto el robo y el mal. Fielmente recompensaré a mi pueblo por sus sufrimientos y con ellos estableceré pacto perpetuo.


Mis manos hicieron la tierra y el cielo, los cuales son míos. Pero siento inclinación por el hombre de corazón humilde y contrito, que tiene reverencia ante mi palabra.


El Señor dice: Sean justos. Procedan con rectitud. Ayuden a los que requieren justicia. Deténganse en sus maldades. Protejan los derechos de los extranjeros e inmigrantes, de los huérfanos y las viudas; ¡dejen de matar inocentes!


¿No quema mi palabra como si fuera fuego?, pregunta el Señor. ¿No es como un poderoso mazo que despedaza la roca?


Cuando terminó, estaban llenos de temor. ―Tenemos que contárselo al rey —dijeron—.


Pues el Señor Dios dice a los que gobiernan: ¡Dejen de robar y estafar a mi pueblo en su tierra y de expulsarlos de sus hogares! ¡Sean siempre justos y honestos!


»”Y muchos de los que están muertos y sepultados se levantarán de sus tumbas, algunos para vivir para siempre y otros para sufrir vergüenza y desprecio sin fin.


»¡Oh, rey Nabucodonosor, escúcheme, deje de cometer injusticias; haga lo que es recto, ponga fin a sus maldades, muestre misericordia a los pobres! Quizás entonces seguirá viviendo con prosperidad.


Esa misma noche mataron a Belsasar de Babilonia,


Planten las buenas semillas de justicia y entonces segarán una cosecha de mi amor; aren el suelo duro de sus corazones para que estén listos a recibir la instrucción de Dios, porque ahora es el tiempo de buscar al Señor, para que él venga y les de una vida próspera y tranquila.


Ellos hacen promesas que no tienen siquiera la intención de cumplir, hacen pactos inútiles con las naciones fuertes. Por lo tanto, el castigo brotará entre ellos como lo hace la mala hierba en los surcos del campo.


En las fiestas que el rey celebra, los príncipes le dan vino hasta emborracharlo; y el rey se olvida de su posición de honor y se revuelca en el suelo con los que se burlan de él.


»¡Lo que yo quiero es que la justicia y la honradez estén presentes en todas sus acciones, que fluyan entre ustedes como las aguas de un río y, que sean virtudes tan fuertes como las aguas de un torrente profundo!


¿Pueden acaso los caballos galopar sobre las rocas? ¿Pueden acaso los bueyes arar en el mar? Resulta necio preguntarlo, pero no más necio que aquello que ustedes hacen cuando desprecian la justicia y echan a perder todo lo que es bueno y correcto.


»Tiemblo cuando oigo de todo esto; mis labios se estremecen de temor. Mis piernas se me aflojan y me agito de terror. Esperaré tranquilamente el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos invade.


El Señor Todopoderoso les preguntó: «¿Por qué andan todos diciendo que todavía no es tiempo de reedificar mi templo en Jerusalén?».


Algunos de los invitados se rieron de los mensajeros y se fueron a sus labranzas o negocios;


Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio.


Él nos envió a predicar al pueblo y a testificar que él es el que Dios ha nombrado juez de todas las personas, vivas o muertas.


Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo estaba predicando el mensaje de Dios en Berea, fueron a ocasionarle problemas.


Como ya era costumbre en Pablo, entró allí a predicar, y tres días de reposo estuvo discutiendo con ellos acerca de las Escrituras,


Al oírlo hablar de la resurrección de un muerto, algunos se rieron; pero otros dijeron: ―Queremos que otro día nos hables de esto.


Aquellas palabras de Pedro los conmovieron tan profundamente que le dijeron al propio Pedro y a los demás apóstoles: ―Hermanos, ¿qué debemos hacer?


Al igual que estos hombres, tengo la esperanza en Dios de que él resucitará tanto a los justos como a los injustos.


Félix mandaba llamar a Pablo con frecuencia y conversaba con él, pues quería que Pablo le ofreciera dinero.


Agripa le dijo: ―Casi me convences a hacerme cristiano.


»Levántate, entra en la ciudad y espera instrucciones».


Por esto, hermanos, tomando en cuenta el amor que Dios nos tiene, les ruego que cada uno de ustedes se entregue como sacrificio vivo y santo; este es el único sacrificio que a él le agrada.


Sí, cada uno tendrá que dar cuentas a Dios de sus actos.


Y así, Dios juzgará en aquel día, por medio de Jesucristo, hasta los secretos de todas las personas.


Por eso, no se precipiten a sacar conclusiones sobre si alguien es buen siervo o no. Esperen a que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad, y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Cuando ese momento llegue, cada uno recibirá de Dios la alabanza que merezca.


Un día tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, y seremos juzgados. Cada uno recibirá lo que merezca por las buenas o las malas cosas que haya hecho mientras estaba en el cuerpo.


Porque Dios dice: «Escuché tu clamor en tiempo favorable, y en día de salvación te socorrí». Ahora mismo es el tiempo favorable de Dios; hoy es el día de la salvación.


humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.


Por lo tanto, te doy este encargo solemne ante Dios y ante Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos cuando venga en su reino:


debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado.


Tan terrible era lo que vieron, que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo».


Exhórtense todos los días mientras les quede tiempo, para que ninguno se endurezca contra Dios, cegado por el engaño del pecado,


Aunque la promesa de Dios de entrar en su reposo se mantiene en pie, debemos tener mucho cuidado, no sea que algunos no puedan entrar en ese reposo,


Dejemos ya lo que se refiere al bautismo, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.


Y como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez y después que venga el juicio,


Tú crees que hay un solo Dios. ¡Qué bien! Pero también los demonios lo creen, y tiemblan.


Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre listos para responder a todo el que les pida explicaciones sobre la esperanza que ustedes tienen.


al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción a Dios;


Uno puede saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo. El que no practica la justicia ni ama a su hermano demuestra que no es hijo de Dios.


Hijitos, no se dejen engañar: el que practica la justicia es justo, como Jesús es justo.


Ahora, permanezcan de pie delante del Señor mientras les hago un recuento de los beneficios que él nos ha hecho a nosotros y a nuestros antepasados, y de lo mal que le hemos respondido:


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