Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Hechos 22:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

5 El jefe de los sacerdotes y todo el Consejo de ancianos son testigos de que así fue. Ellos mismos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá para traer a Jerusalén a los que encontrara, para que aquí los castigaran.

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

5 El sumo sacerdote y todo el consejo de ancianos pueden dar fe de que esto es cierto. Pues recibí cartas de ellos, dirigidas a nuestros hermanos judíos en Damasco, las cuales me autorizaban a encadenar a los seguidores del Camino de esa ciudad y traerlos a Jerusalén para que fueran castigados.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

5 esto lo saben muy bien el sumo sacerdote y el Consejo de los Ancianos. Incluso me entregaron cartas para nuestros hermanos de Damasco, y salí para detener a los cristianos que allí había y traerlos encadenados a Jerusalén para que fueran castigados.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

5 como también me es testigo el sumo sacerdote, y todo el concilio de ancianos, pues de ellos recibí cartas para los hermanos en Damasco, y viajaba allá para traer° atados a Jerusalem incluso a los que había allí, a fin de que fueran castigados.°

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 como puede certificármelo el sumo sacerdote y todo el colegio de ancianos, con cuyas cartas para los hermanos fui a Damasco, con el propósito de conducir a los de allí presos a Jerusalén, para que fueran castigados.

Féach an chaibidil Cóip




Hechos 22:5
21 Tagairtí Cros  

Cuando amaneció, se reunieron los ancianos del pueblo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley y llevaron a Jesús ante el Consejo. Entonces le preguntaron:


En aquellos días, en una ocasión en que había ciento veinte personas presentes, Pedro se puso de pie y les dijo:


»Hermanos, descendientes de Abraham, y cualquier gentil que reverencie a Dios: esta salvación es para todos nosotros.


»Hermanos, les puedo decir francamente que el patriarca David murió, lo enterraron y su tumba está todavía entre nosotros.


«Padres y hermanos, escuchen lo que tengo que decir en mi defensa».


Pablo miró fijamente a los del Consejo y les dijo: ―Hermanos, hasta hoy yo tengo la conciencia tranquila por la forma en la que he actuado delante de Dios.


Como Pablo sabía que algunos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, dijo en voz alta: ―Hermanos, yo soy fariseo al igual que mis antepasados. Me están juzgando porque espero la resurrección de los muertos.


Y eso fue lo que hice en Jerusalén. Con el permiso de los jefes de los sacerdotes, metí en la cárcel a muchos de los santos de Jerusalén. Cuando a estos los mataban, yo estaba de acuerdo.


Muchas veces, en todas las sinagogas, los castigué para obligarlos a renegar. Mi enojo contra ellos era tan grande que hasta en las ciudades del extranjero los perseguía.


»A eso iba yo a Damasco con el permiso y la comisión de los jefes de los sacerdotes.


Tres días después, Pablo reunió a los dirigentes judíos y les dijo: ―Hermanos, yo no he hecho nada contra mi pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados. Sin embargo, me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos.


Ellos le respondieron: ―Nosotros no hemos recibido ninguna carta de Judea que hable de ti. Tampoco ha llegado ninguno de los hermanos de allá dando malos informes o hablando mal de ti.


»Hermanos, comprendo que lo que ustedes le hicieron a Jesús lo hicieron en ignorancia, y lo mismo podría decirse de sus dirigentes.


Al siguiente día se reunieron en Jerusalén los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley.


Llegaron, pues, al templo al rayar el día, e inmediatamente se pusieron a enseñar. Aquella misma mañana el sumo sacerdote llegó con los que estaban con él y, tras reunir al concilio y a todos los ancianos de Israel, ordenó que trajeran de la cárcel a los apóstoles.


Y sabemos que tiene órdenes de arresto, firmadas por los principales sacerdotes, para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.


Ya estarán enterados de mi conducta cuando era de la religión judía. Saben que implacablemente perseguí a la iglesia de Dios y que me esforcé por erradicarla de la tierra.


en cuanto al celo por cumplir la ley, fui perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, fui intachable.


No dejes de ejercitar el don que recibiste por medio de una profecía, cuando los ancianos de la iglesia impusieron las manos sobre ti.


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí