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Hechos 2:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

10 Frigia, Panfilia, Egipto, las regiones de Libia más allá de Cirene, Creta y Arabia, aparte de los judíos y conversos que han venido de Roma.

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Biblia Reina Valera 1960

10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de las áreas de Libia alrededor de Cirene, visitantes de Roma

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias,

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Frigia y también Panfilia, Egipto y las regiones de Libia junto a Cirene, y los romanos, forasteros,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de la región de Libia que está junto a Cirene, los peregrinos romanos,

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Hechos 2:10
34 Tagairtí Cros  

En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región; así que Abram se fue a vivir a Egipto.


En todas las ciudades y provincias a donde llegaba el decreto del rey, se producía una gran alegría entre los judíos, hasta el punto que hacían una gran celebración y declaraban día festivo. Muchos se hacían pasar por judíos, por temor a lo que los judíos pudieran hacerles.


¡Vengan pues, caballos, carrozas de guerra y fuertes guerreros de Egipto! ¡Vengan, todos los de Cus y Fut, que empuñan el escudo y preparan sus armas para entrar en la batalla!


También Etiopía, Fut, Lud, Arabia, Libia y todos los países en liga con ellos serán destruidos en esa guerra».


Se llevarán el oro, la plata y todos los tesoros de Egipto, y los libios y etíopes serán sus esclavos.


El Señor dice: «Cuando Israel era niño yo lo amé como a un hijo, y lo liberé de Egipto.


»Gente de diversos pueblos y ciudades vendrán a ustedes,


»En aquellos días», dice el Señor Todopoderoso, «sucederá que diez habitantes de diversas naciones agarrarán a un judío por su manto, y le dirán: “¡Por favor, permítenos ir contigo a Jerusalén! ¡Sabemos que Dios está con ustedes!”».


donde habrían de permanecer hasta la muerte del rey Herodes. Así se cumplió lo que había predicho el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo».


¡Ay de ustedes, hipócritas!, porque recorren el mundo en busca de conversos, y una vez que los encuentran los hacen dos veces más hijos del infierno que ustedes mismos.


En el camino hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz que Jesús cargaba.


A un hombre de Cirene, que pasaba por allí al regresar del campo, lo obligaron a llevar la cruz. El hombre se llamaba Simón, y era padre de Alejandro y de Rufo.


Sin embargo, varios de los creyentes que fueron a Antioquía desde Chipre y Cirene, comunicaron también las buenas noticias acerca del Señor Jesús a los griegos.


En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé, Simeón el Negro, Lucio de Cirene, Manaén (hermano de crianza del tetrarca Herodes) y Saulo.


Pablo y los que andaban con él zarparon de Pafos y desembarcaron en Perge de Panfilia. Allí Juan los abandonó para regresar a Jerusalén,


Pero muchos judíos y gentiles piadosos que adoraban en la sinagoga siguieron a Pablo y a Bernabé, y estos les aconsejaron que permanecieran fieles en la gracia que Dios les ofrecía.


Luego, ya de regreso, pasaron por Pisidia y Panfilia,


pero a Pablo no le agradó la idea, porque Juan los había abandonado en Panfilia, y no había seguido con ellos en el trabajo.


Luego atravesaron Frigia y Galacia, porque el Espíritu Santo les prohibió predicar en la provincia de Asia.


Era que a los atenienses, al igual que a los extranjeros que residían en Atenas, les gustaba matar el tiempo discutiendo cualquier idea nueva.


En Corinto conoció a un judío llamado Aquila, natural de Ponto, que acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila. Habían salido de Italia a raíz de la orden de Claudio de expulsar de Roma a todos los judíos.


De Antioquía, donde pasó algún tiempo, se dirigió de nuevo a las regiones de Galacia y Frigia, alentando a todos los discípulos.


Sin embargo, cada cual los oye relatar en su propia lengua los grandes milagros de Dios.


A la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: ―Ánimo. De la misma manera que has hablado de mí en Jerusalén, hablarás en Roma.


Después de atravesar el mar frente a las costas de Cilicia y Panfilia, llegamos a Mira, en la provincia de Licia.


Los hermanos de Roma ya se habían enterado de nuestra llegada y salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo le dio gracias a Dios y se animó.


La asamblea en pleno aprobó la recomendación. Eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y también a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, un converso de Antioquía.


Pero un día, varios miembros de la sinagoga llamada los Libertos se pusieron a discutir con él. Discutían también con Esteban judíos de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia.


Así que, en lo que a mí respecta, estoy listo a ir a Roma para predicar también allí las buenas noticias de Dios.


Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó por todas partes y por fin me halló.


Durante tres días y medio se exhibirá sus cadáveres en las calles de la ciudad llamada «Sodoma» o «Egipto» en sentido figurado, donde crucificaron a su Señor. No se le permitirá a nadie enterrarlos, y gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación desfilará junto a ellos para verlos.


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