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Hechos 19:34 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

34 Pero al darse cuenta el gentío de que Alejandro era judío, se pusieron a gritar de nuevo: ―¡Grande es Artemisa de los efesios! Y la gritería duró dos horas.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

34 Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 pero cuando la multitud se dio cuenta de que era judío, empezaron a gritar de nuevo y siguieron sin parar como por dos horas: «¡Grande es Artemisa de los efesios! ¡Grande es Artemisa de los efesios!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, todos a una voz se pusieron a gritar, y durante casi dos horas sólo se oyó este grito: '¡Grande es la Artemisa de los efesios!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Pero al reconocer que era° judío, todos a una voz estuvieron gritando durante unas dos horas: ¡Grande es Artemisa de los efesios!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 pero cuando cayeron en la cuenta de que era judío se produjo un griterío unánime que estuvo clamando por espacio de dos horas: '¡Grande es la Artemisa de los efesios!'.

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Hechos 19:34
10 Tagairtí Cros  

Ellos prepararon uno de los becerros y lo pusieron sobre el altar. Y estuvieron invocando a Baal toda la mañana. ―Baal, óyenos —gritaban, mientras saltaban alrededor del altar que habían construido. Pero no recibieron respuesta de ningún tipo.


»Cuando estén orando, no hagan como los paganos que se ponen a repetir la misma oración, porque piensan que mientras más palabras usen más los va a escuchar Dios.


―Estos judíos están corrompiendo nuestra ciudad —dijeron—. Están enseñándole al pueblo costumbres contrarias a las romanas.


Demetrio, platero que tenía empleado un grupo de artífices que hacían templecillos de Artemisa, la diosa griega, reunió a sus empleados y a varias otras personas que se dedicaban al mismo oficio, y les dijo: ―Señores, nosotros nos ganamos la vida en este negocio.


Como ustedes bien saben, porque lo han visto y oído, ese tal Pablo ha convencido a un grupo numeroso de personas de que los dioses fabricados no son dioses.


Al decir esto, sus oyentes montaron en cólera y comenzaron a gritar: ―¡Grande es Artemisa de los efesios! La ciudad entera estuvo llena de confusión. Entonces una turba se apoderó de Gayo y Aristarco, macedonios compañeros de Pablo, y los llevaron al anfiteatro.


Entre la multitud se encontraba Alejandro y lo arrastraron al frente. Alejandro pidió que guardaran silencio e intentó hablarles.


Cuando al fin el alcalde pudo acallar a la gente lo suficiente para poder hablar, dijo: ―Varones efesios, todo el mundo sabe que Éfeso es la guardiana del templo de la gran diosa Artemisa, cuya imagen cayó del cielo.


Dices que es malo cometer adulterio, pero ¿no lo cometes tú? Odias a los ídolos, pero saqueas sus templos.


Adoraron al dragón, que le había dado el poder a la bestia, y asimismo adoraron a la bestia. «¿Quién como la bestia?» —exclamaron—. «¿Quién podrá pelear contra ella?».


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